Esa tórrida imaginación suya le llevó a levantarse extasiado y cansado. Sobresaltado por un sueño que le dejó ahogado y sudoroso. Con ese pelo suyo rosado pegado en la frente. Se daba asco a si mismo al percibir como las gotas de sudor caliene se deslizaban por su nuca. Despeinó su pelo alborotado quedando enredado, deslizó sus dedos por su cabeza y apoyó la mano en su húmeda nuca. Para a continuación quitarla, ya que se encontraba ligeramente mojada. Puso una mueca de asco y se alarmó por un ruido inesperado que se convirtió en un ruido molesto e incesante. Estiró el brazó para apagar la alarma, perezoso para bostezar con aun el sonsonete en la cabeza como si de un zumbido se tratase. Posó los pies en el suelo frío causándole un escalofrío que le erizó hasta los pelos de los brazos. Se dió cuenta del día que era. “Lunes”, el comiezo de semana era lo peor que podría existir en el mundo, ese setimiento de opresión tanto en los hombros como en el pecho combinado con el vacío que le hacía sentir cierta persona... “Otro día maravilloso”, susurraba para si mismo, allí sentado como adormilado, como si ya hubiera pasado el día, simplemente cansado.
Las piernas no le hacían caso, él pensaba venga ‘vamos a levantarnos, a ducharnos y a pasar un gran día’ pero... no. No le respondían, era como si el universo le alertara de que no iba a ser un buen día, que se quedara en casa, dormido. Ese ¡Si! era un gran plan y le tentaba pero aun así, no. Tenía que levantarsey hacer algo productivo con su vida, por lo que de un salto se levantó de la cama ya con una sonrisa perfilada, esa sonrisa que solo podías decir que le pertenecía a él.
Se quitó la camiseta a medias de camino al baño. “¡Hana! ¡Despierta YA!”, los pasos de Hanamaki pararon justo frente a la puerta del baño para suspirar agotado con esta situación diaria pero ya estaba acostumbrado a sobrellavar esta pena de gritos mañaneros.
“¡Ya estoy despierto!”, le respondió para cerrar la puerta del baño al que tantas ganas tenía de entrar, le empezaba a cantar la sobaquera por culpa del sudor.
Por fin en la ducha daba gracias a que nadie había utilizado el agua antes que él. El sonido del agua chocando cntra el suelo y cayendo sobre su cuerpo espandía su mente y le relajaba. Era un momeno de paz en el que en lo único que pensaba era en la calidez de esas gotas deslizándose por su cuerpo llevándose consigo el jabón y cualquier tipo de dolor.
Aun así, no podía evitar sentir un vació en su interior, un vacío insaciable que arrasaba con cualquier sentimiento que quisiera cruzar la carretera de su corazón. Y todo se debía a un error, un día que se convirtó en una oscura sombra, en un temor. Él no sabía la fuerza, la eficacia que egercía sobre si ese chico que consideraba su amigo y confidente... Hanamaki no lo sabía, le parecía difícil de creer la increible fuerza de ese sentimiento y de esos brazos. Su respiración se entrecortaba y la piel se le erizaba con tan solo recordar ese día.
Deseaba no haber caido en las malignas garras de la curiosidad pero eran tan atractivas... Habían pasado cuatro días de aquello y aun sentía esos dedos hondar por sobre su piel, la intensidad de esas sensaciones aumentaban con la desnudez cubierta por la fina capa del agua. Estaba inmóvil, con las manos sobre su rostro, alterado en su confusión. En todos esos días no habían cruzado palabra, ni siquiera se habían visto. Pero hoy si que se verían, sus clases estaban una al ado del otro y seguramente se verían en los cambios de clase o en el receso. Y si por un milagro del cielo no se llegaran a ver, el entrenamiento no le fallaría. Allí se verían y tendrían que hablar.
Hanamaki estaba mas que alterado no quería hablar con él depués de que se hubieran acostado.
Hoy sería un fatídico día.. . .
Caminaba algo agotado por la carretera del lugar. No quería ver esa cara de granuja con esa actitud de dominio que tenía. Sobre todo con esas cejas ‘Esas estupidas y atractivas cejas’. Suspiró metiéndose las manos en los bolsillos mientras encorbaba esa espalda y caminaba arrastrando los pies. Él sabía desde hacía tiempo que sentía algo por él pero no lo iba a ir soltando por ahí especialmente en estos momentos de falsa comprensión. No se si me explico. Es identico a esa doble moral, según la sociedad está bien amar, simplemente. No importa si es chico o chica, sin embargo ahí es donde está el problema ya que la sociedad trata este tema como si no pasara cerca suyo. Pero ¿Qué pasaría si alguien saliera del armario en el instituto?
Según lo dicho anteriormente no ocurriría nada, se le aceptaría, sin embargo, la vida no es así. La vida es una mierda. Y las mofas y las burlas no pararían nunca, no le tratarían como persona porque si no eres como los estandares de la sociedad, ésta no te acepta.Por todo esto Hanamaki nunca admitiría lo que sentía. De solo pensar en lo que le podría ocurrir por admitir lo que sentía el miedo le invadía por dentro, sus ojos se nublaban con el terror al rechazo, la crítica de las personas que quería... Se sentía culpable de amar.
Volvío a suspirar. Percatándose de que no había nadie en la calle, había salido diez minutos antes de casa y se notaba la diferencia. Pero como se hubiera quedado en casa se hubiera vuelto loco. Además se le había olvidado la bufanda y esta semana hacía bastante frío por las mañanas. Hana se acomodó en el cuello de la chaqueta volviendo a suspirar convirtiendo ese aliento en vaho. “Vaya mierda”, se decía entre tiriteos por la situación. El camino se le etaba haciendo largo porque no solo se le había olvidado la bufanda, también los cascos y no podía escuchar música.
Decidió sacar el móvil para pasar el rato pero hacía tanto viento que volvió a meter la mano en el bolsillo y se encorbó más para que le cubriera todo lo que podía el cuello de la chaqueta. De la nada una bufanda se coló por sus hombros, dió un sobresalto y se giró con mirada de desconfianza para ver a Matsukawa. Una ola de emociones y pensamientos surcó su mente. ¿Como debía actuar? ¿Que cara debería poner? ¿Que cara estaba poniendo?
“Si vas por ahí sin bufanda con el timpo que hace por las mañanas te vas a resfriar”, su voz era la abitual y la expresión la misma. Eso le tranquilizó, al fina y al cabo hacía cuatro días de aquello. Quizá no hablarían de ello, ‘nada bueno saldría de hablar supongo’.
“Ya, es que se me ha olvidado”, aquella respuesta había sido demasiado seca para Hanamaki y la forma en la que desbiaba la mirada mientras que cogía la bufanda le delataba. Incrustró la cabeza en la bufanda que olía a Matsun, así escondiendo sus mejillas sonrosadas y su nariz fría. “Pensaba que salía tarde y se me ha olvidado cogerla”, mintío con una sonrisa en la cara. Elevó la cabeza para mirarle a los ojos, grabe error. Esa mirada seria con la leve sonrisa que se le plasmaba en la cara le daba la vida, le enamoraba aun más y se al mismo tiempo le mataba un poco teniendo ganas de acallar a su corazón.
“Bueno, en cuidado. Yo me puse malo el viernes y he estado enfermo todo el fin de semana”, comenzaron a caminar.
“¿A si?”, preguntó entre sorprendido y preocupado. Matsun asintió con la cabeza mientras se subia la cremallera de la chaqueta hasta el cuello. Le debolvió la mirada y éste la desbió. “Bueno ha sido mi culpa por no hablarte”
“Bueno tu faltaste el jueves...”, hizo una pequeña pausa pensando en lo quue tenía que decir. “Seguro que te encontrabas mal”
Ambos siguieron el camino en silencio, no queriendo hacer sentir al contrario incómodo. Sobre todo porque según viajaba la conversación al final acabarían hablado del día que ocurrío todo. Y de lo que ocurrío. Ninguno estaba preparado emocionalmente para ello. Por lo que siguieron caminando, en silencio.
Eran dos fantasmas en una calle desierta.
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Nosotros A Lo Nuestro (MatsuHana)
FanfictionUna historia de amor destructivo y lento que poco les importaba a ambos.