Quédate a mi lado [Eremin].

C a p i t u l o 1.

Armin y Jean se encontraban en el supermercado haciendo las compras para el cumpleaños de Annie junto a Reiner y Belthod.

Jean había notado dos cosas mientras estaban ahí.

Número uno, Belthod estaba babeando por Annie de una forma demasiado obvia.

Número dos, algo no andaba bien con Armin.

Esto último lo notó en el temblor de sus manos al coger algo tan simple como un paquete de servilletas, o el hecho de que no mostraba sus típicas sonrisas tiernas que para justo de Jean eran demasiado, tal vez porque provocaban en el cierta debilidad. Y sin embargo, ahora le pareció muy necesario ver esas sonrisas en el rostro del más bajito.

Aprovechó que Reiner y Belthod se fueron al pasillo de los pasteles para llevar a cabo la prueba, osea, llevar a Armin al pasillo de los dulces. No hubo emoción por parte del rubio, y aunque a cualquiera le hubiera parecido ridícula que su afirmación se basara en dulces, algo andaba realmente mal con Armin.

—Oye— le habló, ocultando su preocupación para no perder su orgullo de macho—. ¿Te... te encuentras mal?

Armin lo miró, sus ojos estaban vidriosos y su sonrisa salió algo forzada. Le temblaban las manos.

—Me duele algo la cabeza...— dijo, intentando mantener una sonrisa—. Pero estoy bien.

No, claro que no.

—Armin, tu no te...— Jean fue interrumpido por la varonil voz de Reiner.

—¡Chicos, tenemos el pastel!— llegó ante ellos con una enorme sonrisa—. ¡Belthod lo a escogido el solito para Annie!

—¡Reiner!— Belthod le reclamó, con la cara cubierta por un gran sonrojo.

Luego el aludido se acercó a Armin frunciendo los labios y le revolvió el cabello.

—¿Estás bien, pequeño?— le preguntó—. Has estado muy callado, no es típico de ti guardar silencio, menos en el pasillo de dulces.

—Si, yo estoy...— Armin trató de sonar convincente, pero las circunstancias no le favorecían.

—Tu nariz está sangrando Armin— Belthod lo señaló preocupado, y rápidamente Jean junto a Reiner cambiaron a hermanos mayores sobreprotectores.

El rubio se tocó la nariz y lo comprobó, estaba sangrando. Al instante tenía la mano de Reiner sobre su frente.

—Tienes temperatura, chico— el mayor, a diferencia de Jean, no se molestaba en disfrazar su preocupación—. Será mejor que...

La voz de Reiner se alejó demasiado para Armin después de eso. Un temblor recorrió el cuerpo del pequeño y todo se volvió oscuro, lejano.

¿Qué le estaba pasando?

Jean, por fortuna, logró sujetar a Armin antes de que se diera contra el suelo.

—Mierda— maldijo el peligris, ya sin poder ocultar su preocupación.

Reiner se acercó y tomó a Armin entre sus brazos estilo princesa, mientras analizaba rápidamente la situación. Necesitaban ayuda.

—La casa del padre de Eren está a unas cuadras— dijo Belthod, que aún asustado mantenía la cabeza más fría que los otros dos chicos—. Llegaremos más rápido que con otro médico.

Reiner asintió y con Armin en los brazos echó a correr, seguido de Belthod y Jean.

—Resiste Armin...

....

Eren estaba en su casa junto a Mikasa y Krista, preparando los detalles decorativos, porque la fiesta de Annie sería al día siguiente.

Su padre se encontraba perdido en su oficina y su madre había ido de compras para la cena.

Eren planeaba invitar a cenar a Armin, y tal vez a Reiner y Belthod, pero el cara de caballo tendría que conseguir su propia cena.

Estaba concentrado en esos pensamientos que casi le pareció que despertaba de un sueño cuando tocaron bruscamente la puerta.

—¡Señor Jaeger!— eran las voces de Reiner y Jean, entrecortadas y desesperadas. Eso lo asustó.

Mikasa corrió a abrir antes que el moviera un músculo, y los chicos entraron a tropicones con...

Armin en brazos de Reiner.

Con sangre escapando de su nariz.

Las mejillas sonrojadas de fiebre.

Inconsciente.

—¡Armin!

Entonces Eren Jeager no lo sabía, pero estaba por dar un giro drástico en su vida, a punto de describir un mundo completamente distinto en el chico de cabellos rubios.

Lastima que haya sido tarde...