Capítulo 1

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"Frío".

Hace frío, es diciembre y mis dedos se congelan. Es el primer día oficial que hace frío. Tomo el primer suéter que encuentro y me lo pongo por encima de la ropa. Salgo por la puerta frontal de mi casa para notar que hace un viento helado para morirse, diferente al resto del año. Tan pronto siento el frío en mi nuca puedo resolver la duda de si ir más abrigado o no. Vuelvo adentro para llevar una bufanda conmigo; no quiero enfermarme después. Voy muy bien abrigado con manga larga y un abrigo encima de ésta. Mi madre me despide y me desea un buen día. Miro mi reloj y empiezo a caminar.

Muy probablemente se pregunten quién y cómo soy yo; y aunque me gustaría dar una respuesta super completa, larga y pretenciosa, me abstendré de hacerlo porque es importante que me conozcan más por la manera en la que vivo y siento más que por lo que yo mismo pueda decir de mí. Verán; puedo decirles, por ejemplo, que soy el tipo más bueno del mundo y que me va bien en la escuela, pero; aún si alguna de estas dos cosas es verdad y se las digo, no me daría mucha credibilidad si después le atizo un puñetazo a alguien y me saco un 5 en economía. Eso sí, no me animo a hacer ninguna de éstas.

Mientras voy de camino a la escuela veo las casas del vecindario. Todas son blancas y están hechas muy parecidas. Hay algunas que tienen arreglos diferentes en su jardín pero, en general, todas constan de lo mismo: un techo café y muros blancos. Me da muchísima curiosidad el si están todas hechas con paredes de madera, es decir, si un hombre heterosexual puede romperlas de un golpe. No estoy muy seguro de mi orientación sexual pero les aseguro que dejé de golpear paredes hace un tiempo. Eso sí, me tomó unos tres golpes a edad temprana que resultaron en mi mano adolorida para darme cuenta que no era una forma muy buena de externar mis emociones.

–Hey –me sorprende una voz mientras pienso en hombres heterosexuales. Cuando volteo veo a una chica de más o menos 1.58 con el cabello castaño claro y ojos azules. Ella es Breana: mi amiga desde el jardín de niños. Nos tenemos mucha confianza por conocernos desde hace tanto tiempo. Además, hemos ido a la misma primaria, secundaria, y ahora que cursamos preparatoria también nos vemos mucho.

–Hey –respondo intentando parecer cool y desinteresado mientras empezamos a caminar lado a lado.

–No entiendo por qué te gusta tanto el invierno. A mí sólo me enferma –ella tiene muchos lunares en su rostro y la piel muy blanca. Tiene también unas manos pequeñas en comparación a las mías y lo sé porque se las he visto muchas veces. Las tiene muy bonitas si me preguntan.

—Creo que es porque me criaron lobos en las montañas heladas —hago una pausa después de que mi voz se quiebra en la última palabra. Me dio mucha risa haber dicho eso, no sé por qué. Quizás porque no es cierto. Me da mucha risa cuando la gente dice cosas así. Breana me mira frunciendo sus cejas y sonriendo como si me preguntara por qué dije eso.

Ella se ve bellísima. Lleva una blusa ombliguera con cuello de tortuga muy bonita, un abrigo grueso negro, unos pants adidas y cabello al cuello, peinado con una partidura por la mitad y con un color más oscuro en las puntas. Ella se lo tiñó hace poco. Respeto muchísimo a la gente que se tiñe el cabello porque yo no me atrevo a hacerlo. No quiero enfrentar a mis padres. Me doy cuenta de que Breana lleva su mochila a su costado. Yo llevo la mía por el lado izquierdo. Su mochila es café y la mía es negra.

–Creo que tienes que invertirle más a tu humor.
–Me parece una falta de respeto tu comentario –digo mostrándome gravemente ofendido.
–Falta de respeto mi cola –dice ella. Me mata cuando dice mi cola. Podría en su lugar decir culo pero me encanta que use esa expresión porque suena como si tuviera ocho años. Me parece muy gracioso. Me gustaría decir más groserías.

505Donde viven las historias. Descúbrelo ahora