Capítulo 3

37 5 7
                                    

Sócrates dijo una vez: "El único conocimiento verdadero está en saber que no sabes nada". A menudo me acuerdo de esa frase, pues si lo piensan bien puede aplicarse a bastantes escenarios. Una vez en terapia (y la única vez que fui), mi terapeuta me contó que cuando fue a un curso de hipnosis procuró adoptar una mentalidad de estudiante, pues de no haberlo hecho no habría podido aprender tanto. Eso me dejó pensando. Es una muy buena idea pero a menudo se me olvida bajarme de la nube donde creo que lo sé todo. Soy un tipo muy interesante.

Ahora, yo sé muchas cosas sobre Ana. Sé que organiza sus notas con pequeños post-its de colores, sé que divide la comida en su plato por secciones antes de comerla, se pone mascarillas antes de dormir, gusta de las bandas francesas y su cabello huele a champú de manzanilla aunque su cabello es oscuro. Naturalmente encuentro desagradable pensar en el sabor de la boca de una persona porque eso implica probar su saliva y eso simplemente me asquea. Creo que sólo he conocido el sabor de mi propia saliva cuando tengo hambre y no sé muy bien si sabe bien o mal porque mi boca está acostumbrada.

Ana está sentada en su cama con la espalda recargada en su pared. Su colchón está situado en la esquina de su cuarto y me mira fijamente mientras intento concentrarme en qué hacer después de confirmar eso que dijo. Yo estoy sentado en el suelo con la espalda apoyada en el lado izquierdo de su colchón jugando torpemente con mis manos temblorosas.

– Entonces –Ana interrumpe el silencio hablando casi en susurros, quizás porque estamos en la misma habitación o quizás tiene miedo de que la escuchen, aunque no está su mamá.

–¿Vamos a hacerlo o prefieres...? –no termina su oración, ella tiene esa costumbre. –Porque está bien, ¿sabes?

–No no... Vamos a hacerlo –contesto de forma segura en un volumen de voz un poco más alto que el suyo. Por como suena, quizás esté un poco insegura respecto a si de verdad mi pregunta iba en serio no. Si les soy sincero nunca lo consideré como una posibilidad, pero aunque me aterra un poco la idea de besar a alguien, también ese miedo acarrea a la par mucha anticipación.

Ana cambia de sus piernas extendidas a lo largo de su cama a tenerlas cruzadas como en posición de yoga. Es cuando la miro hacer esto que me pongo nervioso de verdad, porque siento que me está invitando a que esté ahí con ella. Yo me levanto con aparente calma aunque en realidad mi corazón tiembla como una licuadora y tomo asiento sobre su edredón pero sin subir los pies a éste. Éste es tinto y está muy grueso y suave, muy probablemente ni le dé frío por la noche con un edredón así. Intento pensar más en el edredón mientras lo observo y toco cabizbajo, no quiero levantar la mirada porque sé que me pondré más nervioso pero lo hago aún así.

Encuentro sus ojos más brillantes de lo normal, son muy oscuros, como negros, y esto lo sé porque al iluminar su rostro la luz amarilla de su habitación, no muestran estos un color muy distinto, sólo alcanzo a ver su pupila a diferencia de cuando no hay tanta luz. Sus labios están ligeramente separados y dejan a la vista sus dientes, que son muy bonitos. Quizás ella está temblando también pero no puedo estar seguro porque no tengo cabeza para pensar en eso y además quizás yo esté temblando aún más. Ella baja un poco su cabeza mirándome como si me preguntara si de veras quiero hacer esto. Yo asiento porque aunque lo quisiera, ya no hay vuelta atrás y quiero seguir. Quiero seguir desesperadamente para saber qué es lo que hay detrás de toda esta anticipación. De repente el aire pesa más en mis pulmones, por lo que tengo que inflar más mi estómago para manejarlo bien. Me inclino un poco en dirección hacia ella aún con mis pies en el suelo, tengo mi mano izquierda apoyada justo frente a sus piernas. Ella me sigue mirando con la misma expresión, sólo que ahora parece ser ella la que piensa las cosas. Mi rostro cruza la línea vertical imaginaria trazada por el lugar donde están sus rodillas, que marca su espacio personal. Justo habiéndolo cruzado y aproximadamente a 10 centímetros de su rostro, me detengo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 22, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

505Donde viven las historias. Descúbrelo ahora