CAPÍTULO III

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Algo me quemaba en la cara.

Era muy caliente.

Frustrante.

Volví la cabeza, el calor se fue.

Volví a quedar inconsciente.

Una hora después...

Se escuchaban violines.

La melodía era suave y tranquila.

¿Por qué había violines?

Mi estómago gruño. Tenía hambre. Gruñó nuevamente.

Los violines continuaban.

Inicie una lucha con mi estómago. Yo iba a comer cuando pudiera, ahora tenía sueño.

Violines, violines, violines.

Algo se removió junto a mí en la cama.

Violines, violines, violines.

¿Qué se estaba moviéndose? El infernal gato de mi madre no se podía haber escabullido en mi dormitorio de nuevo.

Violines, violines, violines.

¡Maldito gato! Lo iba a lanzar por la ventana de mi habitación. Sacudí el pie. ¡Fuera de mi cama maldito! ¡Ve a lamer tu trasero! Él gato me soltó un gruñido. Rodé los ojos aun sin abrirlos. Si me rasguñas vas a conocer el infierno.

Ya no se escuchaban violines.

¿Violines? Yo ni siquiera tenía un violín. Abrí los ojos, la claridad me segó. Parpadee, mis ojos adaptándose a la luz. Algo volvió a removerse junto a mí. Una mano estaba en mi trasero. Una pierna entrelazada con la mía. Mi cabeza no tocaba la almohada, algo cálido y fuerte estaba en su lugar. Un pecho. Un corazón palpitaba contra mi oído.

¡Qué demonios!

Me incorpore de golpe.

El movimiento hizo que unos ojos azules se removieran. Dejaron de removerse los parpados y los ojos se clavaron en mí.

Liam me miró, yo lo mire.

Ambos nos quedamos mirándonos fijamente.

Ambos confundidos por un segundo.

Ambos abriendo los ojos ante la realidad.

Ambos mirando que estábamos desnudos, sobre su cama, en una mañana de sol radiante.

¡Sol radiante!

¡Sol!

¡Radiante!

La histeria me entro de golpe sacándome el aire de los pulmones. ¡Jodida mierda! ¡Me había quedado dormida! Mire a mí alrededor. La luz de la mañana entraba por las cortinas corridas con intensidad. Esta no era mi habitación, esta no era mi casa, en lugar del gato de mi madre estaba Liam y en lugar de haber pasado la noche en mi casa, la había pasado en la de Liam.

Salte de la cama.

Estaba muerta.

Mis padres iban a matarme.

La manta enredada en mis pies me hizo aterrizar en el suelo. Chille ante el golpe y me quede en el suelo mortificada. Iba a rodar mi cabeza. ¿Qué hora era? Quizás, quizás si me daba prisa yo... lloriquee en voz alta.

¡Yo estaba muerta!

¿Cómo pudo pasar esto? ¡¿Cómo demonios pudo pasar esto?!

El rostro de Liam se asomó por el colchón. Su cabello alborotado, ojos ligeramente achinados y la marca de la almohada en la mejilla. Nunca lo había visto así. Nunca había mirado su rostro en las mañanas recién levantado.

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⏰ Última actualización: Dec 18, 2017 ⏰

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