Χριστούγεννα (Navidad)

En la Víspera de Navidad.

El Santuario, 13 años antes de la batalla de las 12 casas.

Era 24 de diciembre, un día de gran alegría entre los ciudadanos de Grecia, pues en su mayoría, estos eran cristianos ortodoxos a pesar de las comunidades donde aún se hacía culto a las deidades paganas, como era el caso del Santuario. Sin embargo, el patriarca y los santos no limitaban a los que quisieran convivir con las demás personas con motivo de estos días, pues se llevaban a cabo muchas actividades que alimentaban el espíritu de las personas y niños, sobre todo de los pequeños santos de Atenea.

—Listo pequeño Aioria, debemos apresurarnos para ir en compañía de los demás niños.

Al joven león le brillaban los ojos por salir junto con Milo, que estarían al cuidado de Aioros, para dar la Κάλαντα Χριστουγέννων (Kalanta Xristougenon) que son villancicos tradicionales griegos. La tradición se basa prácticamente en salir por la mañana a las casas para cantar estos villancicos y recibir dulces o monedas a cambio.

—Sí, ya quiero tener muchos dulces y panecillos. —Decían ambos.

—Hum hum. —rió un anciano pope.

—Con permiso su ilustrísima, regresaremos al medio día.

—Vayan con cuidado y diviértanse. —Les deseó.

Cuando ya se aventuraban en las frías calles de Rodorio, Aioros pudo divisar a un joven pálido de cabellos azules con el semblante más melancólico pero noble de toda Grecia, Saga de géminis, quien iba de vuelta al santuario con algunas provisiones seguramente.

Cuando se hubieron encontrado más cerca este pudo ver al sagitario tras una multitud de niños. Aioros sonrió y fue hacia él en lo que los niños terminaban su canto.

—Veo que has comprado varias cosas, ¿te las ha encargado el patriarca?

—Si. —Contestaba tan contundente como siempre, pero luego de que el otro no dijera nada más, preguntó.

—Por qué te empeñas en inculcarles esas tradiciones, nosotros ni siquiera formamos parte de su religión.

Aioros se sorprendió. —Hum, no lo hago por inculcar nada, me gusta que ellos convivan con las personas, no importa que la mayoría no pertenezca a nuestra religión, quiero que se diviertan y se sientan felices ahora que son pequeños y que aun no enfrentan tan duras responsabilidades, eso es todo.

—Sigo sin entender el sentido de ello.

—Vamos Saga, no tienes que entender nada, de todas maneras ellos jamás traicionaría a Athena ni a su voluntad. Tal vez te vendría bien acompañarnos hum hum. 

—Hum no lo creo. —Respondió.

—Bueno, entonces que tal si preparo una de esas recetas especiales de estas fechas, un pavo horneado y panqué, verás que no pasa nada si festejamos esto al igual que los demás. 

—Ah cómo quieras. —Dijo para retirarse. 

—Nos veremos después.

*

Luego de entretenerse con Aioros, pudo por fin pisar la entrada al Santuario, sin embargo, un par de personas, que seguro también estaban dando la Kalanta  lo intervinieron.

—Excelente día tenga usted, joven caballero de Atenea, esperamos que mañana pase una feliz Navidad en compañía de sus seres más queridos. —Le desearon al darle una pequeña canasta con galletas horneadas y un vino de mesa. 

—Gracias. —dijo secamente y apresurando el paso. 

"En compañía de mis seres más queridos" repitió en mente. "Y quién se supone que es mi ser más querido"  se dijo tristemente.