Promise Me ➵ NamMin

約束

Como todas las mañanas, el despertador de Jimin sonó anunciando la hora de despertarse para ir a jugar con su amigo Namjoon.
Abrió los ojos poco a poco mirando la ventana al frente mientras los rayos de sol entraban por las cortinas haciendo que Jimin cerrara los ojos de nuevo.
Sea como sea, pudo salir de la cama y estirarse de una vez por todas para dejar salir toda la flojera de su cuerpo; apagó el despertador y bostezó.

— Hoy no será un día muy bueno... — susurró.

¿Por qué? Park Ji Min y Kim Namjoon, mejores amigos desde que Namjoon llegó a vivir al vecindario, desde que ambos tenían seis años, y ahora, eran unos jóvenes de trece a punto de cumplir catorce. No sería un día muy bueno ya que... después de tantos años de amistad, Namjoon se iría en la madrugada de ese día a otro estado; prácticamente sería su último día juntos.

Jimin ya estaba listo para salir a jugar, estaba cepillando sus dientes de forma rápida para no llegar tarde con su amigo. Cuando terminó salió corriendo de su habitación y segundos después de su casa con un balón de fútbol en mano.
Corrió en dirección a la casa de Namjoon mientras las hojas secas rondaban por su rostro; era otoño, las calles de Seúl en esa época estaban llenas de hojas secas, algo que les encantaba a Namjoon y Jimin, normalmente jugaban con eso aprovechando la época.
Jimin, al llegar a su destino tocó el timbre de la casa con nervios y tristeza, sería la última vez que tocaría ese timbre tal vez por última vez en su vida.
Pasaban los segundos y ninguna respuesta, Namjoon no salía y ni un ruido se oía dentro de la casa; algo que era raro para Jimin, normalmente salía sin siquiera completar el minuto después de tocar el timbre de la casa.
Comenzaba a preocuparse y comenzó a a gritarle a su amigo, aún así, ninguna respuesta.
Su estómago comenzó a doler al tener el pensamiento de que ya había partido, empezó a gritar más desesperadamente el nombre de su amigo y las lágrimas amenazaban en salir.
Dejó de gritar y retrocedió sin dejar de mirar la casa, su primera lagrima salió y su estómago comenzó a doler más por nervios.

— ¿Como puede ser que me dejó si haberse despedido...? — susurró.

— Obvio no te dejaría — oyó una risa detrás suya. Si, el dolor en el pecho y estómago de Jimin desaparecieron al oír la voz de su amigo y una sonrisa invadió su rostro — solo estaba fuera comprando botana.
Jimin volteó a ver a su amigo y limpió sus lágrimas para después darle un golpe en el hombro a Namjoon. — Eres un tonto — rió.

— Lo sé, pero menos que tú — devolvió la risa.

Jimin envolvió a Namjoon en un gran abrazo cálido que sin duda el respondió, la sonrisa en el rostro de ambos desapareció ante tal acto, ante uno de los ultimo abrazos sentidos en esos momentos.
Pero como sea decidieron dejar la tristeza a un lado y aprovechar el tiempo. Se miraron a los ojos y sonrieron, de nuevo.
Después de un par de comentarios alegres y unos tontos, se dirigieron al parque de siempre, al que usualmente iban todas las mañanas a jugar futbol y en la época de otoño, ahora, con las hojas secas.
Los cálidos rayos de sol estaban sobre los rostros de ambos haciendo que estos tuvieran los ojos entre cerrados mientras jugaban con las hojas, se las lanzaban los unos a los otros riendo a carcajadas, en especial Namjoon al ver cómo Jimin resbaló.
Extendió su mano brindándole ayuda a su amigo aún con una gran sonrisa en rostro por la risa; Jimin la tomó, jalo su brazo haciendo que cayera a un lado de él en un arbusto de hojas.

Estuvieron así por unos minutos hasta completar los siete. Ambos ya estaban enterrados en las hojas, el rostro de ambos ya no tenía una expresión divertida por lo sucedido hace unos minutos, si no una seria, era un momento de silencio, solo las mentes de ambos estaban activas, ni una sola palabra.

— Ahhh... Namjoon sigo sin creer que te vayas a ir esta madrugada — habló Jimin.

— Lo siento... sabes que no fue decisión mía, fue de mis padres.