Te Permito

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Después de esa vergonzosa escena, Hinata salió corriendo, avergonzado y con mucha pena a su cuarto.

~fin del Flash Back~

—¿Así que tu eres el pequeño conejo?—el sonido de la voz Kou dejó paralizado al menor, Hinata se levantó, quizás por estar con la vista puesta en su almohada o por la luz de la Luna que se colaba por el enorme ventanal de su cuarto, no podía creer lo que veía en su cuarto.

Un chico rubio de piel pálida, con heterocromia ya que sus ojo izquierdo era de un azul claro y el otro era de un rojo sangre, y una sonrisa entre burla y cinismo. Cuando entendió que no era una ilusión, se levantó rápido de la cama y se alejó sin despegar la vista del rubio. Cuando su espalda tocó la madera de la puerta de dio vuelta para girar el picaporte y cuando iba a abrirse, un mano la volvió a cerrar.

—Te hice una pregunta—la voz de Kou sonó en su oído izquierdo.

—Oye aléjate—dijo empujando el cuerpo para separarlo, en un rápido movimiento lo tomó de los brazos y lo tiró con él. Hinata se cayó entre los brazos de un extraño.

—Tranquilo, sólo quiero conocerte—susurró y Hinata se alejó rápido.

—Oye, ¿Quién demonios eres?—dijo el de cabello violeta con cierta desesperación.

—Mi nombre es Kou Mukami. Y para tu información, no se le pregunta a un Idol ¿Quién eres?— Hinata estaba pensando en todas sus posibilidades, sus autodenominados hermanos no estaban en la casa para salvarse. No paro ni en un minuto para salir corriendo, y dejar al rubio en el piso de su cuarto.

Varios escenarios pasaban por su vista, buscaba un lugar para ocultarse, no entendía mucho quienes eran esas personas, pero su instinto le advertía que estaba en peligro, de pronto algo parecido a una pared apareció frente a él, Hinata logró frenar antes de chocar con Yuma, el castaño que lo estaba esperando. 

Desde que Kou decidió irse a la mansión Sakamaki, los otro tres hermanos decidieron seguirlo. Yuma no espera encontrarse con el menor de la familia, ni mucho menos sentir el miedo de un Sakamaki. Hinata se ocultó  debajo de la mesa en el comedor, no entendía que pasaba pero prefería no entenderlo.

De pronto la mesa se levantó gracias a la fuerza de Yuma, «Genial, el tipo que casi me mata, el que me beso, y después sus otros dos secuaces» pensó.

—Que lindo es—susurró kou. 

—Nee.....¿Tienes........miedo?—preguntó Azusa mientras ofrecía su mano para ayudarlo a levantarse.

—¿Así que tu eres el mocoso hermano de los Sakamakis?—preguntó Yuma dejando la mesa en el piso. Hinata tomo la mano del menor de los Mukamis, cuando estuvo de pie pudo observar que todos eran como una copia de los Sakamakis.

—Ustedes son hermanos ¿no?—preguntó mientras intentaba soltaba la mano, que por una extraña razón no dejaba de sostenerlo, miro a Azusa algo extrañado, mientras que este solo se quedaba ignorando cada uno de sus intentos por soltarse.

—Exacto, no queríamos asustarse—Ruki acarició la mejilla derecha de Hinata y mientras que este solo se alejaba.

Hinata lo volvió a sentir, esa emoción que lo obligaba a perder la cabeza. La increíble sed de sangre empezaba de nuevo, su cabeza empezó a dar vueltas, tuvo que sostenerse del brazo de Azusa.

—Tus hermanos van a venir dentro de poco—comunicó Kou mientras miraba un reloj—bueno nos vemos, co-ne-ji-to—dijo mientras desaparecía, uno a uno fueron desaparecieron del lugar, cuando llegó el turno de Azusa, un apretón en su mano desvió sus objetivos.

—A-zu-sa—susurró Hinata con la mirada agachada—yo....yo.... necesito sangre—de un momento a otro empezó a caminar sin soltar la mano del de cabellos verdes, Azusa estaba retrocediendo hasta que sintió que estaba acorralado.

—Yo..... no tengo..... sangre—dijo mientras veía como el menor de los Sakamakis se acercaba a su cuello vendado.

—Eres un mentiroso—la última palabra que salieron de los labios de Hinata no tenía su tono de voz, eso dejó al menor de los Mukamis un poco sorprendido, pero lo que más lo dejó anonadado fue el sentir un par de colmillos atravesando su cuello.

Pasaron minutos mientras que Azusa sentía el pequeño dolor que sufría Yui cada vez que era mordida, Hinata sabía que estaba mal lo que hacía, pero no podía parar solo pensaba en lo deliciosa que era la sangre de Azusa. Ambos cayeron al piso y gracias al impacto de la caída Hinata reaccionó y se separó con vergüenza de Azusa.

—Yo... Lo lamento tanto, Azusa no se que me pasó, en verdad—de pronto sintió unos labios fríos sobre los suyo que buscaban callarlos, Azusa puso su mano en la nuca de su contrario para que este no se separará, el beso poco a poco iba subiendo de tono, el clima iba siendo más caliente y más fogoso. Cuando ambos se separaron sus miradas se conectaron.

—Yo....quiero que.....tomes mi......sangre—dijo mientras veía que en el labio inferior de Hinata del cual salía una pequeña gota de sangre que finalmente cayó directo al piso.

—No, esto fue un error yo no...—no pudo continuar por la agradable caricia de Azusa en su mejilla.

—Mi....sangre es....tuya—suspiró mientras dirigía el rostro del menor al otro lado de su cuello, Hinata estaba asustado por la situación—te.....permito—esas fueron las palabras para que  se clavaran en su cuello los colmillos, Hinata no entendía mucho lo que estaba haciendo, solo tenía esa extraña satisfacción en lo que hacía y eso era lo que le causa pavor. En cambio para Azusa esta era una razón más para gustar del pequeño, «Nee Justin, a ti.....también te......... agrada.... ¿No?» pensó. Su burbuja no duró mucho cuando un enorme golpe los separó.

—Tks ¿Qué crees que estás haciendo?—Subaru había pateado la puerta que estaba entreabierta, la verdad creyó que era solo una mala jugada de su mente, cuando vio a un Mukami y a Hinata juntos, pero le hizo hervir su sangre cuando vio como Hinata mordía al otro por eso no dudó en patear la puerta y romper el momento.

—Su-Subaru—dijo Hinata mientras que Azusa desaparecía del lugar, el sonido del golpe fue lo que alertó a los demás para que hicieran su acto de presencia.

—¿Qué pasa aquí?—Reiji fue quien tomó la palabra mirando a Hinata, quien todavía está sentado en el piso. Hinata no sabía qué hacer, estaba más o menos entre la espada y la pared.

—Si no hablas tú, lo diré yo—cuando Subaru tomó aire con las claras intenciones de hablar, el menor solo reaccionó por miedo.

—¡No!—gritó alterado.

—Bien, entonces ¿Qué tienes para decirnos mocoso?—preguntó Subaru, el sudor frío que pasaba por las manos de Hinata, no era nada comparado con las miradas de todos ellos sobre su pequeña persona.

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el séptimo SakamakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora