Jet Lag

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Para mi amiga secreta: Melanie Bogado. ¡Que tengas una muy feliz navidad y un próspero año nuevo con mucho Pliroy en tu vida! <3


Siendo un joven de dieciséis años con bastante experiencia en viajes internacionales, se podría decir que el choque cultural no podría afectar tanto a Yuri Plisetsky. Y en efecto, el Jet Lag no era algo de lo que sufriera con constancia cada vez que viajaba... Pero cuando al muy maldito se le antojaba de aparecer y patearle los intestinos, no se contenía en la fuerza del golpe.

—Ugh —Un gemido lastimero murió entre sus labios, mientras se refugiaba entre las blandas colchas de algodón que protegían celosamente la cama del hotel cinco estrellas donde se hospedaba. Yakov había decidido con prudencia dejarlo solo, en momentos en que su estómago parecía matarlo por el aturdimiento y la cabeza le palpitaba, su viejo entrenador sabía mantener las distancias dejando la pequeña nevera de la habitación cargada con bebidas hidratantes.

"Maldito jet lag...", pensó, ocultando el rostro entre las almohadas. No había podido dormir nada a causa del malestar y el cansancio excesivo.

Sacó las mantas calentitas de encima de su cuerpo, y al levantarse de un salto, arrastró los pies hasta el baño. El reloj marcaba apenas las seis de la tarde del veintitrés de diciembre. Debería estar entrenando y no indispuesto en una cama, pero sentía que, ante la menor pirueta, devolvería lo que no había comido en todo el día.

...Bueno, lo positivo era que con la pérdida repentina de peso que le provocaba el Jet Lag, ya daba por hecho que estaría más ligero para cuando le fuera posible incorporarse a las prácticas.

En el baño, alcanzó a lavarse el rostro agotado con algo de agua caliente. Hacía tanto frío que no se sentía fuera de Rusia o en algún país extranjero —le daba puntos a Canadá por eso—, sin embargo, el cambio de horario lo había afectado hasta la médula. Luego de liberar la vejiga y enjuagarse las manos y la cara por segunda vez, salió del pequeño pero agradable cuartito y tomó rumbo hacia la nevera.

Toc, Toc, Toc, Toc... Toc, Toc. El ridículo patrón con que llamaron a la puerta lo hizo detenerse a medio camino de su destino final —la agradable bebida hidratante que seguro caería perfecto a su estómago—. Gruñó, pero abrigándose en el saco de lana tejido que le había regalado su abuelo y que tenía el adorable estampado de un gato, caminó a grandes zancadas para abrir la puerta de la habitación.

—¡Oh, WOW! —Un par de brillantes, sorprendidos y asustados ojos azules lo recibieron. Tenía una mano estirada como a punto de volver a tocar la puerta y en su brazo opuesto llevaba un precioso ramo de rosas rojas —...Por todos los santos, ¿Yuri-chan, que te pasó?

...Y así de mierda debía de verse.

—Debí suponer que eras tú —Suspiró quitándose un mechón de pelo de la frente.

—¿Eh? ¿Sabías que vendría? ¡quería invitarte a salir como una sorpresa! —El pelinegro enarcó las cejas un poco pensativo —, siempre me rechazas, pero sabes que nunca me rindo.

—Obvio no sabía que vendrías, pero nadie más usaría esa forma tan infantil de tocar la puerta —Gruñó por segunda vez en menos de dos minutos. Los ojos de Jean-Jacques Leroy lo miraban como si fuera un espectro o el fantasma de Yuri Plisetsky. El bouquet de rosas parecía a punto de caer contra el suelo mientras Leroy se mantenía en silencio.

Durante un minuto completo solo hubo silencio, y una vena molesta se comenzaba a formar en la frente de Yuri.

—Dios... sí que te ves realmente mal —Cuando intentó cerrar la puerta en la cara del hombre moreno, en una maniobra rápida y enervante, Jean se adentró a la habitación renovando de nuevo su molesta sonrisa —, ¡menos mal que vine y así puedo cuidar de ti! —Empujó el ramo de rosas hacia los brazos de Yuri, y procedió a sacarse la chaqueta cazadora negra como si estuviera en su casa.

Jet Lag ~ Pliroy ~Where stories live. Discover now