Parte Única

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Un amargo trago de champagne resbaló por la garganta de José, aún dolía, aún lo extrañaba, pero sabía que todo eso era su culpa, si no hubiera sido tan tonto como para engañarlo probablemente lo tendría ahora entre sus brazos haciéndole el amor, porque era eso, amor, amaba su perfecta sonrisa que se ampliaba cuando lo veía a él, solo a él.

¡Maldita sea! ¿Por qué dolía tanto recordarlo?¿Porque había dejado todo por tan sólo dejarse llevar?

Alonso era la persona perfecta para él, lo supo desde el día en que lo vio entrar a la cabina de grabación con aquel porte elegante y masculino por el cual se caracterizaba, fue cuestión de minutos para que quedara enganchado a esos bellos ojos, aquellos ojos que fueron su cielo, sería un descaro de su parte decir que no tuvo el honor de corromper un precioso ángel, porque que aunque no existiera mucha diferencia de edad  le entregó cada parte de su inocencia, esa que había guardado por 20 años, ¿y él que había hecho?

Acostarse con otra tomando de pretexto un "Ella estaba cuando tu no"

Sabía que había sido muy tonto al haberse excusado con eso, Rebeca era una mujer hermosa pero no se comparaba para nada con Alonso, ella solo le producía deseo, él simple deseo que también le producía cualquier persona de ese calibre, pero Alonso le producía excitación, fascinación, cariño, quería protegerlo en cada minuto, lo hacia sentirse tan seguro.

Un timbrazo lo saco de su mundo.
"Bryan", marcaba el nombre en la pantalla de su teléfono.
Decidió ignorarlo, pero el teléfono continuaba vibrando, definitivamente no era una alternativa ignorar a su mejor amigo.

-Jos, supe lo de Alonso, amigo, enserio la cagaste, pero...- La voz de Bryan fue interrumpida por un gruñido que le impidió continuar.

-No estoy para sermones.- Gimoteo el de ojos miel colgando instantáneamente.

Un par de lágrimas resbalaron por sus mejillas, y un sentimiento de vacío de apoderó de su estomago, dio otro trago al licor que tenía a su lado.

Trago número uno, por haberle hecho creer a Alonso que nunca lo lastimaria.

Trago número dos, por haberle arrebatado su inocencia.

Trago número tres, por romperle el corazón de la peor manera.

Trago número diez, por haber caido en los encantos de Rebeca.

Trago número dieciséis, por no ponerle un alto cuando esta se le insinuó.

Tragó número veinte por no haber pensado en el ojiazul cuando se metió entre las sabanas de la rizada.

Definitivamente Bryan tenía razón, la había cagado pero le costaba demasiado admitirlo.

Tomó un último tragó con el pretexto de tomar valor y salio del bar para dirigirse a casa de Alonso.

Tenía llaves del departamento de este, así que no fue muy difícil entrar y dirigirse a la habitación del de ojos oscuros.

Al introducirse a esta encontró a Alon hecho un ovillo en su cama, se acercó más a él y se percató que había rastros de lágrimas en sus mejillas, tenía la nariz roja, unas ojeras de un tono púrpura enmarcado sus ojos y su pelo enmarañado, definitivamente había estado llorando.

Se sento al borde de la cama, admirando cada detalle de aquél pequeño ángel.

-¿Jos?.- Murmuró entre balbuceos el menor, abriendo levemente sus ojos

-Estas borracho.- Gimoteo el pelirrojo al sentir como las manos de su compañero se colaban en su camiseta de dormir

-No lo suficiente para olvidar cuanto te amo.-Susurró el de cabellos azabache tomando los labios del mayor.

Jos aventó a Alonso a la cama, separándose un poco por la falta de aire y rompiendo con desesperación los botones de la camisa de pijama que el pelirrojo traía puesta

El menor gimió en protesta separando sus labios de los del pelinegro para tomar aire nuevamente

-Yo te compró otra, no te preocupes- Comento con una sonrisa el mayor dejando desnudo el torso del de ojos cielo para comenzar a repartir besos en este.

Alon mordía su labio inferior reprimiendo gemidos mientras tapaba su rostro con ambas manos.

-No hagas eso, quiero ver tus expresiones, quiero oírte, saber si lo hago bien, si te gusta.- Comento Jos tomando las muñecas de su compañero, besándolo lentamente para así ir mordiendo su labio inferior provocando que la sangre comenzara a brotar haciendo que un fuerte gemido escapar de la boca del menor .

-José.- Gimoteo el pelirrojo aferrándose fuertemente al morocho, comenzando a sacar la playera que este traía.

El ojimiel se desprendió del agarre y comenzó a bajar aquellos pantalones flojos que ocultaban las finas piernas de Alonso

El rostro del mayor se dirigió a los boxers de su compañero donde se resguardaba una majestuosa erección para bajarlos con los dientes de la manera más erótica posible.
El miembro del menor salio rápidamente para ser capturado por los labios del ojimiel  quien estaba dispuesto a hacerle una felación.

-¡Dios!.- Alonso gemía desperadamente aferrándose a las sabanas, algunos de sus mechones rojizos se pegaban a su frente, el sabor de el liquido preseminal se esparcía por la boca del morocho, el cual succionaba ferozmente.

-Jos, me voy a-ah.- Gimoteo él menor apegando los labios de su compañero a su miembro, quien empezó a introducir un dedo a la estrecha cavidad del mayor.

Fue necesario un par de segundos para que la semilla del de ojos azules fuera fuertemente esparcida en la boca del ojimiel quien degustó el sabor de la esencia.

Dos dedos entraban y salían de la cavidad del ojiazul con movimientos de tijera con la intención de dilatarlo, por mucho que José lo deseara no quería lastimarlo, sentía que tenía el deber de protegerlo y aun después de todo, sin importar que no estuviera plenamente consciente gracias a los efectos del alcohol.

En pocos minutos el miembro del pelinegro se encontraba perfectamente posicionado en pequeño botón rosa del menor, el cual reprimía gemidos mordiendo su labio inferior.

-Voy a hacer esto rápido para evitar hacerte daño.- Susurro el ojimiel al oído de su compañero.

Los ojos de Alonso se cerraron fuertemente al sentir a Jos  dentro de él, no era porque fuera su primera vez pero seguía doliendo.

-Sigue.- Gimió el de cabellos cobrizos al sentir él miembro de su compañero tocar su punto dulce.

El morocho obedeció la suprima aumentando la rapidez de sus estocadas haciendo a Alonso obtener la sensación de estar en el cielo, se sentía tan bien profanar el cuerpo de tan perfecto ángel.

-Dime que yo voy a ser el único, aunque no sea verdad.- Gruño él ojiazul al oído de su compañero mientras tomaba su propio miembro para masturbarlo.

Un par de estocadas fueron suficientes para llegar al punto del clímax juntos, callendo rendidos uno en los brazos del otro.

-Te amo, Jos, te amo tanto que estoy dispuesto a olvidar todo si te quedas toda la noche .- Concluyó Alonso aferrándose al pálido cuerpo del de lunares antes de caer en los brazos de morfeo.

-Y yo a ti, Alon, me quedaré esta noche y todas las necesarias.- Respondió José besando la cabeza del menor.

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Champagne for the pain - JVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora