CAPÍTULO 2: Emily

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"¡Ah, Señor DIOS! He aquí, tú hiciste los cielos y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido; nada es imposible para ti..."

-Jeremías 32:17

El murmullo lejano, se convierte en una marea de gritos y berridos desgarradores que hacen eco por las calles que tan solo unos momentos antes estaban vacías,comienzan a dar la vuelta con pasos torpes pero rápidos, una horda de más de 10 empieza a aparecer en la esquina.

Tengo medio cuerpo metido en el auto.

-Carajo!- susurro aterrada y cansada, al mismo tiempo que me meto por completo al auto y cierro la puerta haciendo el menor ruido posible, agachandome para no ser vista. Olvido por completo que no estoy sola, volteo rápidamente y me encuentro con la misma mirada perdida y aterrada de los niños, los dos están mugrosos, uno lleva un suéter azul hecho tirones en la parte del pecho y con unos dinosaurios de color negro bordados aún visibles un poco más abajo de la zona hecha pedazos, debajo del suéter lleva una playera que en un principio era blanca, pero ahora está manchada de extrañas sustancias, entre ellas sangre, lo que hace que me preocupe. El otro pequeño lleva un suéter rojo con los mismos dinosaurios, pero a diferencia de su hermano, su suéter solo esta roto de la parte de abajo, lleva remangadas las mangas y se notan algunos raspones y cortes no tan profundos.

Me acerco más a ellos y el pequeño de suéter azul asustado suelta un chillido agudo, acto reflejo, mi mano tapa rápidamente su boca evitando que siga gritando. Volteo a ver a la horda y parece que no lo han oído, comienzo a sentir un líquido irregular, pegajoso y caliente recorrer mi mano, volteo y veo con horror que el niño se vómito por el miedo y el olor que desprende, su hermano hace una cara de asco y horror al igual que yo, quito mi mano rápidamente y un olor nauseabundo se libera en el interior del auto, el conjunto de olores más el calor crean un olor a putrefacción en el interior, las arcadas comienzan a hacerse presentes, pero antes de siquiera poder vomitar, algo golpea la parte de atrás del automóvil, sacándome de mis pensamientos y quitandome las ganas de vomitar.

El primer muerto choca contra la parte trasera del auto, rápidamente empujó al niño vomitado a el suelo del auto, el otro aunque me ve suplicante, termina siendo empujado junto a su hermano, entre asco y enojo me ve expectante y yo solo me siento en el espacio entre el asiento del conductor y el copiloto, pasó un brazo por arriba de los hombros de los dos niños tratando de atraerlos más hacia mi, ellos no se oponen al contrario se acercan temblorosos al ver la situación en la que nos encontramos.

Empiezan a pasar y chocar contra el auto, haciendo que rebotemos de un lado para el otro, el olor y el calor son insoportables, el pequeño de suéter azul empieza a perder fuerzas, se ve pálido y sudoroso, parece ser que su hermano se percata y me voltea a ver demandante con el ceño fruncido...no puedo hacer nada, al menos no por ahora.

Pasan unos largo minutos en los que intentamos aguantar las diferentes condiciones en las que nos encontramos, hasta que pasa por completo la horda de cadáveres, estoy desesperada por salir, el niño de suéter azul está cada vez peor y no se que es lo que le sucede...necesito revisarlo y asegurarse de que lo que vi, no era una mordida.

Me levanto y abro la puerta del coche cuidando de que esta no rechine, una brisa fresca y al menos con menos olores intensos me recibe, asomo la cabeza y reviso en todas las direcciones posibles visualizando ya a lo lejos a la horda. Sin cuidado alguno azoto la puerta y caigo de rodillas al pavimento regresando todo lo que traía en el estómago, me limpio con el antebrazo la boca y volteo a ver a los niños, el chico de suéter rojo se hace el fuerte y no vomita, sin embargo su hermano desfallece antes de siquiera poner un pie en el pavimento, su hermano lo atrapa antes de que su cabeza rebote en el piso, rápidamente le ayudo y lo recuesto en el pavimento.

MORTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora