Primera Parte

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El olor a roble y fresno llenaban mis pulmones. El suave canto de las aves susurraba en mis oídos. Podía sentir la brisa erizándome la piel, jugando con mi vestido azul.

...Esto sin duda, es lo que llamo mi rincón de paz.

-Lynnette, ¿Qué estás haciendo? Está cayendo el sol. —Una criatura con bastón se acercó.

- ¿Hum? ¡Sr. Bugul! Qué alegría verlo. —Sonreí ampliamente.

-Ha pasado un tiempo, Lynnette. ¿Cómo has estado? —El pequeño pero sabio anciano se sentó en un tronco viejo.

-Pues estoy bien. Kelpie suele venir de vez en cuando y damos paseos por el río. —Señalé un lago mucho más adelante—. También estuve haciendo medicinas para el pueblo, y mantuve alejados a los ratones de la casa.

-Veo que estuviste entretenida. —Sonrió mostrando sus grandes arrugas.

-Hago lo que puedo, hehe. —Era muy inusual que me sonriera—. Oh, Sr. Bugul, ¿Quiere acompañarme a la casa? Le haré de comer.

-Supongo que no me haría mal quedarme un rato. —Motivado por la comida, se paró y comenzó a caminar con su bastón hasta la casa.

En el camino nos reíamos mientras le contaba mis experiencias de los últimos días, mientras que él oía y me daba nuevos consejos.

Cuando finalmente llegamos a casa, me tome un momento para mirar mi alrededor.

Era una pequeña casita de madera, decorada con muchas flores en medio del bosque. Estaba cerca del lago, y la luz tenue de la luna comenzaba a asomarse entre la arboleda.

Abrí la pesada puerta de madera y le di lugar a mi compañero.

Al entrar a la gran oscuridad, me dirigí a encender los candiles y las velas.

- ¿Qué quiere que le prepare, Sr. Bugul? —Miraba los estantes, mientras buscaba especias.

-Sabes que puedo comer cualquier cosa. —Se esforzaba para subirse a la silla.

-Entonces le haré conejo con verduras. He estado practicando.

Busqué de una vasija llena de sal un conejo sin piel que había cazado hace dos días. Era mediano y de carne suave, por lo que seguramente estaba bueno.

Fuí hasta el caldero y lo llené de agua, mientras que prendía el fuego con piedras.

-Has dominado el caldero, por lo que veo. —Se reía.

-Bueno, es sólo un intento. Aun no puedo hacer llamas con facilidad... —Golpeaba las rocas una y otra vez, viendo salir pequeñas chispas.

Finalmente, una chispa resultó victoriosa y la madera comenzó a arder.

-Oh, bastante rápido. —El Sr. Bugul admiraba mi hazaña y progreso.

Un poco avergonzada, fui hasta una vasija para buscar verduras. Con remolacha y cebolla estaríamos bien.

La cuchilla recientemente afilada estaba lista para usarse, y corté los ingredientes en cubos medianos.

-Por cierto, Lynnette. —El Sr. Bugul interrumpió mi concentración—. Por casualidad... ¿No pasó la guardia del rey por aquí?

- ¿Eh? —Qué pregunta tan extraña—. Bueno, este es un bosque muy frondoso, y por el pueblo solo hay malas leyendas...nadie entra aquí.... ¿Por qué?

-Hmm, es que he visto a la guardia merodeando por el sur. Entraron unos cuantos metros pero se fueron. —Su cara estaba muy seria—. Quizá están buscando algo.

LynnetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora