El pueblo era un caos, había personas y animales corriendo, ambos se tropezaban entre ellos. Castiel estaba parado en medio del bullicio, no recordaba haber salido de la capilla ni haber caminado hasta la plaza del pueblo. Penso en correr al castillo pero sus piernas no respondían, fue entonces cuando los vio llegar, no tenían caballos ni brillantes armaduras pero todos sabían los actos horribles que habían cometido en otros reinos.
Sintió una mano en su hombro, era un soldado que le decía algo que no podía escuchar, fue atravesado por una flecha, esta mancho de sangre la cara de Castiel. En ese preciso momento el ojiazul toco su cintura derecha para darse cuenta que no llevaba su espada, de todas formas nunca había estado en una situación de vida o muerte. Desde niño había aprendido a usar una espada y había estado en torneos pero siempre había pensado que alguien lo protegería a la hora de una batalla.
La gente caía muerta a su alrededor, sus pies reaccionaron cuando una mujer cayó frente a él, sus ojos estaban abiertos y sin vida, un charco de sangre pintaba el pavimento. Fue entonces cuando empezó a correr, su cabeza punzaba con dolor y su respiración era errática, dió vuelta en la calle que daba al castillo y se paro en seco. Los barbaros estaban saqueando el castillo, Castiel retrocedió unos pasos, por el rabillo del ojo vio una puerta abierta y brinco hacía adentro, cerrandola con un estruendo. Pego su frente a la puerta e intento calmar su respiración, lo único que escuchaba eran sus latidos y el correr de la sangre por sus venas, unas gotas de sudor adornaban su sien. Después de unos segundos su respiración volvió a la normalidad, todo estaba oscuro excepto por algunos rayos de sol que se escapaban por la ventana. Una jarra se rompió detrás de él, giro sobre sus talones y la escena que presencio fue aún peor que la de la plaza. Tirada sobre la mesa estaba una mujer, de su boca salia un rio de sangre y sus ojos estaban abierto con una expresión de terror, a sus pies estaba un hombre que tenía la cabeza partida en dos, estaba boca abajo así que no pudo ver su cara pero eso no paro la arcada que lo hizo doblarse en dos. Estaba parado en un charco de sangre, de repente otro par de pies apareció delante de él, Castiel levantó la mirada y vió a un muchacho de pelo largo, sostenía un hacha llena de sangre.
Ojala hubiera puesto más atención a las clases de espada que a los abdominales del instructor, ojala hubiera practicado más en vez de acostarse con el escudero de su padre. El muchacho en frente de él estiro la mano hacia su pecho, Cas dio un paso hacía atrás y choco contra la puerta que se suponía lo mantendría a salvo de los salvajes, el muchacho solto una risita y tomo la cruz que colgaba del pecho del ojiazul. La cruz era de oro con rubies, se la había dado Uriel y solo la usaba para complacer a su padre. Sintió un jalón en cuello y la cadena que sostenía la cruz se rompió, lo siquiente fue un golpe en la cabeza y oscuridad total.
***
Dean movía su espada y veía las salpicaduras de sangre manchar la pared y los caros tapices. Oía gritos y golpes de acero contra acero, saboraba la victoria en cuanto cruzo las puertas del trono pero no había nadie, al menos nadie con vida. En el suelo estaban un hombre y una mujer, los dos llevaban joyas y ropas ostentosas. Supuso que era el rey y probablemente la reina o alguien más de la familia real. Dio un paso largo encima de los cuerpos y se acercó al trono, decidió sentarse en la pieles que lo adornaban, en algunas horas sus hombres habrían terminado de saquear y divertirse, entonces los ayudaría a cargar los barcos con las joyas y otros bienes en forma de comida y bebida.
En las siguientes horas todos empezaron a llegar, Dean paso la mirada por todos los presentes, había algunos aldeanos que seguramente se llevarían como esclavos, los demás serían liberados, más bien los que seguían con vida. Los ojos verdes de Dean empezaron a buscar a Sam, un pinchazo de miedo le recorrió la espalda, sabía que probablemente su hermano estaba explorando así que suspiro y empezó a bromear con los demás.
Las puertas del trono se abrieron una vez más y su hermano entro, llevaba a un muchacho del brazo, este estaba aterrado. Tenía el cabello negro y despeinado, sus ojos se conectaron con los de Dean por un momento, eran azules como el mar y ojiverde perdió el aliento. Sam avento al muchacho en frente de Dean, el ojiazul cayó de rodillas, había lagrimas en sus ojos que se resbalaban por sus mejillas. Por su vestimenta se notaba que era alguien importante.
Si hubiera sido cualquier otro, probablemente Dean se habría reído de sus lágrimas pero ahora estaba parado en frente de los ojos más hermosos que había visto, quería navegar en ellos.
-Dean, te traje un regalo- dijo Sam con una sonrisa de victoria que marcaba sus hoyuelos. Dean tardó en contestar unos segundos, buscaba palabras pero sentía que se ahogaba con la lengua.
-¿Cómo te llamas?- la pregunta fue como un suspiro, de hecho dudo haberlo preguntado en inglés dado que la cara del hombre se tornó confundida.
-Cas....Castiel- dijo con voz temblorosa, las lágrimas seguían fluyendo de sus ojos y su labio inferior temblaba.
-¿Quien eres?- el hombre miro el suelo y después pasó su mirada por el resto de la sala, soltó un hipido cuando vio los cuerpos, la sangre se secaba sobre el suelo. Los otros empezaron a murmurar, Dean estaba perdiendo el control de la situación y Castiel lo estaba dejando como un estúpido.Dean dejó salir un suspiro molesto, estaba claro que Castiel no había visto muertos en su vida, volteó a ver a Sam y le dijo que se lo llevara al campamento junto con los demás capturados. Sam levantó a Castiel por el brazo y prácticamente lo arrastro. Dean se quedó unos segundos viendo el lugar donde aquel hombre había estado, después empezó a caminar hacia la puerta e hizo una seña para que los demás lo siguieran con el botín.
YOU ARE READING
El atardecer en el norte
FanfictionViking!Dean y su grupo se embarcan en una expedición hacía Inglaterra, poco sabía Dean que se encontraría con un par de ojos azules que le harían dudar de los sentimientos en su corazón.