La brisa del mar le llenaba los pulmones a Cas, estaba amarrado de las manos y sentado en la arena, en otra ocasión se habría quejado pero en ese momento solo podía pensar en su familia. Probablemente estaban muertos, se sintió culpable de estar vivo pero ya no podía llorar, tenía los ojos hinchados pero sin lágrimas. Las horas pasaron pero solo veía a varios hombres cargando cosas en barcos, bromeando y riendo, algunos probablemente se estaban divirtiendo con algunas de las mujeres que habían capturado.El hombre de ojos verdes estaba subiendo cosas al barco, tenía una expresión seria, la mandíbula apretada y no se reía de las bromas que le hacían. Era un hombre increíblemente hermoso, probablemente si se lo encontrara en un banquete, lo llevaría a sus aposentos.
Las horas transcurrían y Cas seguía en la arena, las muñecas le dolían pero no podía dejar de moverse. El sol se escondía en el horizonte y la brisa marina llenaba las fosas nasales del ojiazul, tenía mucha sed, estar tantas horas bajo el sol no le hacía bien. Anocheció y el seguía en la arena. Lo bueno es que se había podido hundir en sus pensamientos, ya no escuchaba los gritos de su pueblo simplemente oía el vaiven de las olas, de repente una mano se poso sobre su hombro, dio un pequeño brinco y su cabeza se volteo para ver de quien era la mano y sus ojos se encontraron con unos verdes preocupados.
Dean
El hombre ojiazul parecía que se marchitaba con el ir y venir de las olas, sus labios estaban partidos y sus ojos se habían perdido en la distancia. Probablemente se estaba muriendo de sed, antes de poder pensar su mano fue a su cintura, tomo su cantinplora y se la extendió al principe, sus ojos azules se abrieron como platos pero giro la cabeza ignorando a Dean. Nadie nunca le había hecho un gesto tan grosero, arrugo la nariz con enojo y se volteo para terminar de cargar el barco.
Después de algunas horas el barco estuvo listo, partirían en la mañana, Castiel todavía miraba el oceano, Dean decidió dormir un rato.
Al salir el alba sus hombres subieron a los barcos con los prisioneros, Dean fue a donde estaba Castiel, lo tomo del brazo y lo obligo a levantarse, este se tambaleo un poco.
-E-e-espera- murmuro con voz ronca.
Dean volteo a verlo, había una expresión de dolor en su rostro, sus ojos se posaron en sus muñecas, había sangre cubriendo las cuerdas que las amarraban. El ojiverde se quedó sin aliento, había dañado la piel perfecta de su prisionero pero no podía desatarlo sin crear un escándalo con su tripulación así que lo jalo con mas cuidado hacia el barco.
Sam lo miro en cuanto puso un pie en el barco.
-Hazte cargo de todo, yo estaré en mi camerino-. Le dijo, a lo que Sam le dio una mirada confundida.
-¿Estás seguro Dean?- pregunto con el ceño fruncido y cruzando los brazos.
-Si, debes irte acostumbrando para cuando tengas tu flota- jalo de nuevo a Castiel, que hizo un pequeño ruido de dolor y se alejo de Sam.
Una vez bajo cubierta aventó a Castiel sobre las pieles que hacían papel de cama y se quitó la espada y la playera de lana de cubría su torso.
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El atardecer en el norte
FanfictionViking!Dean y su grupo se embarcan en una expedición hacía Inglaterra, poco sabía Dean que se encontraría con un par de ojos azules que le harían dudar de los sentimientos en su corazón.