Videojuegos

228 29 3
                                    


Luego de una guerra de mensajes en los cuales se hizo de rogar, terminó por aceptar la invitación. Avisó al paso, ya vestido de manera informal y con una mochila colgada al hombro, que iría a casa del pecoso. A nadie en casa le sorprendía eso, puesto que varias eran las noches y días completos en los cuales Jack se gastaba el tiempo al lado de Hiccup. Había una confianza ciega entre ambas familias, porque no fue necesario mayores avisos. Emma se despidió de él con un beso en la mejilla, y con cierto calor en el cuerpo que le obligaba a sonreír ansioso, Jack salió de casa.

Tomó el bus, caminó unas calles y finalmente llegó a destino. Ni bien tocó la puerta, unos ojos verdes y el vidrio empañado de la ventana siendo empujado por un pelaje negro le llamaron la atención. Cuando le abrieron, rápidamente se vio tacleado por Toothless, el perro de Hiccup.

—¡No, Toothless, abajo!—como siempre, el castaño apartó al animal de su cuerpo, Jack se sacudió un poco las ropas y entraron a la casa. Aquello no era extraño para nadie: al principio, Toothless prácticamente había odiado a Jack, puesto que no faltaban los "celos animales" ( como lo denominaba Valka) que mantenían una barrera impenetrable entre el albino y su dueño. Sin embargo con el correr de los días, semanas, meses y años, el perro aprendió a tener un gusto un tanto exagerado por Overland, llegando al punto de dejarse acariciar por él y tenerle mucha confianza. Mérida solía bromear con la frase "de tal dueño, tal perro", afirmando que el animal se había encariñado con Jack casi tanto como Hiccup.

Los sillones, la televisión, los mandos y una cantidad enorme de comida. Todo estaba ordenado, pero en un gran silencio. Algunas tenues luces fluorescentes ayudaban a la visión. Jack sintió el silencio comer sus nervios ni bien entró.

—¿Y tu madre? —preguntó, dejando su mochila en uno de los sillones. A esa altura Valka ya se habría presentado muy animada a saludarlo con cordialidad y algún chiste sobre animales.

—Tiene una junto con el círculo de veterinarios de la ciudad. —respondió Hiccup, antes de mandarle una mirada severa a su mascota al notar que tenía todas las ganas de volver a molestar a Jack.

El albino no respondió. Se sentía un tanto cansado, por algún extraño motivo. ¿Quizás era la resignación? ¿El pesimismo? ¿Desencanto? Y el estar a solas con Hiccup no ayudaba a sus nervios. Se sentó en el sillón más grande, y echó la cabeza atrás. Hiccup lo observó intrigado unos segundos, teniendo el presentimiento de que Jack estaba enojado con él o algo por el estilo. ¿Por qué no le estaba haciendo bromas? ¿Por qué estaba tan callado? ¿Debería preguntarle si se sentía bien? Hiccup conocía tanto a su amigo que ya podía jurar que estaba decaído, algo extraño y notablemente distante.

—¿A dónde fuiste esta mañana? Punzie y yo te buscamos por todos lados.—Jack rompió el silencio incómodo, haciendo que el castaño aspirara aire con algo de dificultad. Bien, lo último no era tan cierto. En realidad solo se había resignado a marcharse con Punzie.

—T-tenía cosas que hacer.— ¡Maldición! La voz le había temblado, y por supuesto, eso no pasó de ser percibido por el albino. No pudo evitarlo. El saber que Jack se había tomado la molestia de buscarlo o siquiera pensar un poco más de la cuenta en él le crispaba los nervios.

—Sí, pero... ¿Qué cosas?— hasta ese punto, Hiccup se sentía incómodo. Jack lo observaba con mucho detenimiento, casi tratando de captar el más mínimo temblor de sus labios. Se retrajo, y por reflejo comenzó a jugar con sus manos, como hacía cada vez que se ponía nervioso o trataba de explicar algo con énfasis.

—Unos asuntos con Astrid.—trató de cortar. Y al parecer eso funcionó, puesto que la mirada de Jack perdió interés al instante, limitándose a susurrar un bajo "oh". Bien, aquello había sido raro. Por lo general Jack nunca lo dejaba en paz hasta tener respuestas que le gustaran o llenaran su curiosidad, llegando al extremo físico de hacerte cosquillas para que finalmente no pudieras escapar de sus garras. Hiccup se balanceó indeciso en su sitio, torciendo un poco el gesto. ¿Por qué todo se había vuelto tan incómodo? Toothless bostezó un poco antes de pasar a manear la cola entre su dueño y amigo, siendo el único ser viviente en la sala que no se daba cuenta de la situación.

Las llavesWhere stories live. Discover now