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Lo conocí cuando apenas tenía trece años, él tenía catorce y desde ese momento sentí una extraña conexión entre nosotros pero al parecer solo yo la sentí. Él me sonrió con aquellos labios perfectos, sus ojos destellando como si fueran un par de estrellas ardientes y su cabello muy corto agitándose al aire. Llaménme loco pero en ese momento lo vi rodeado por una luz destellante.

Su nombre es hermoso como todo en él, Kim Taehyung, jamás lo olvidaría. Su risa es la melodía que necesito todos los días al despertar, la forma en que me ve y parece querer comprender mi mente, la forma en que inclina la cabeza a un lado cuando no entiende algo, todo. Tenía solo trece años cuando sentí por primera vez lo que era amar a alguien bueno, no a alguien sino a él, a Kim Taehyung.

Éramos vecinos. Aquella bella criatura vivía tan solo cruzando la calle pero a pesar de haber sido presentados formalmente por nuestras madres Taehyung nunca mostró interés en socializar conmigo. No lo culpó, él es hermoso y perfecto mientras que yo siempre fuí retraído y distante, mamá solía decir que tenía cara de querer matar a alguien. No era mi intención, mi rostro simplemente lucía así e incluso cuando intentaba ser amable y sonreír me salía más bien una sonrisa sádica. Quizás lo asusté desde el primer momento pero él fue amable y me saludó de todos modos.

Solía espíarlo desde la seguridad de mi habitación. Él era muy amigable, charlaba con casi todos los vecinos y no hizo falta mucho tiempo para que todos a su alrededor le tomarán cariño. Cuando sus carcajadas lograban escucharse hasta mi habitación yo sonreía como idiota.

De los trece a los dieciséis años me dedique a ser su acosador secreto y su fan número uno. Hasta ese día en el que descubrí quien era Kim Taehyung en realidad.

—¡Jonkuk!– me detuve en seco al escuchar su bella voz.

¿Me había hablado a mí? ¿Jonkuk?

Permnecí inalterable mientras lo veía cruzar, agitando la mano en el aire sin dejar de sonreír. Por dentro estaba gritando de emoción, retorciéndome de alegría pero por fuera mi expresión no había cambiado mucho.

—¡Hola!–.

—¿Qué quieres?–.

¡Noooooo! No seas idiota, tratálo bien Jeon Jungkook.

Y mientras yo me reprendía mentalmente él había alzado una ceja ante mi tono tan indiferente.

—Lo siento, ¿estás ocupado?– continuó.

No.

—Si–.

¡Estúpido!

—Oh... perdón– su rostro perfecto se deformó en una mueca triste, quise darme un puñetazo en el rostro.

Mis palabras se arremolinaban en mi garganta intentando salir pero no podía, tenía la impresión de que si llegaba a hablar me saldría un escupitajo de majaderías.

—Bueno, no era tan importante– se excusó alzando un poco los hombros —adiós– sonrió de medio lado y empezó a alejarse caminando hacía su casa.

—Espera–.

¡Al fin!

Se detuvo y giró pero siguió caminando de espaldas, cruzando la calle sin girarse.

¡¿Está loco?!

—¿Qué querías?–.

—Es solo que necesito ayuda para mover un mueble en mi habitación– apuntó por encima de su hombro hacia la casa.

Asentí y giré a los lados, asegurándome de que su lindo cuerpecito no fuera arrollado por un auto ya que él no tenía las precauciones yo debía tenerlas por él.

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