Habían pasado diez años desde la fiesta de graduación.
El tiempo había cambiado muchos aspectos de la vida de Elena desde que aquél año en el cuál había terminado sus estudios de colegio, ahora ya era una mujer adulta, con una personalidad casi madura, que ya tenía una casa propia, un empleo, su propio pequeño emprendimiento.
Hasta su aspecto físico había cambiado un montón desde que tenía sus diecisiete años.
Elena en su adolescencia siempre había sido una chica pequeñita y flaquita, de hecho había sido una de las bajitas de su curso, piel casi pálida que era muy sensible, de cabello café oscuro lacio que era muy largo, que este le sabía llegar a la cintura, por eso todas sus amigas envidiaban su cabello, y por algunas de esas características no era considerada como una de las más lindas de su curso, pero tampoco había sido de las más feas.
Ahora, su largo cabello de aquél entonces, se veía reducido a una extensión que no pasaba desde su cabeza hasta sus pechos, seguía siendo pequeña y flaca, pero debido a su cuerpo ya casi formado no se le notaba mucho, tenía sus veintisiete años ya cumplidos, y su piel aún seguía siendo sensible, pero ahora por las condiciones de estética de su trabajo, se la cuidaba mejor.
Se encontraba en el acto de promoción de su ya bachiller hermano menor Mario, quién estaba a punto de recibir su título de alumno por excelencia, ella se sentía orgullosa de él, había logrado lo a ella le se le había hecho difícil en el colegio, ser una buena alumna, Elena en su etapa escolar estuvo a punto de repetir el año por más dos ocasiones sólo por no presentar algunas tareas, y ahora al ver a su hermano graduarse con todos los honores que se merecía, se arrepentía de haber sido una chica floja.
Al ver a los bachilleres, sentía algo de nostalgia, se puso a recordar su acto de promoción, a sus queridos compañeros, sus profesores, todo había pasado tan rápido que estaba a punto de llorar sólo por eso, aunque trataba de calmarse para que no se le arruinara el maquillaje.
-Hija ¿Estás llorando? -la mamá de Elena había notado la reacción que estaba tomando ante el acto de promoción.
Elena sonrió. -Algo así mamá, pero no es por el enano ya graduado, créeme.
-Si tan sólo tu hermano fuese tan sentimental como tú. -su madre se cruzó de brazo al decirle aquello. -En el día de firmas que hicieron los de su curso, no lloró ni un poquito.
- ¿Acaso ese chico es tan frío?
-Ha sacado el carácter de tu padre, definitivamente, Edgar y Mario son más menos sensibles que nosotras dos. -le dijo su mamá, quién también comenzaba a lagrimear un poco al ver a su hijo menor recibiendo su diploma
Ella sonreía también, su hermano pequeño ya había terminado el colegio.
Una vez terminada la entrega de los diplomas a los bachilleres, el director de su colegio, el cuál era el mismo desde hace veinte años, dio por terminado el acto de graduación con unas palabras de despedida a los jóvenes que conformaban la promoción de este año, así que los familiares luego se permitieron ir donde sus graduados a dejarles sus felicitaciones y regalos.
Elena vio a su hermano con el birrete puesto, y no pudo evitar las ganas de llorar en cuanto fue a abrazarlo.
- ¿Tú, llorando por mí? -le dijo su hermano menor Mario, extrañado.
-No lloro por ti enano, lloro por el momento. -le dijo ella, mientras lo soltaba.
- ¿Enano? Si soy más grande que tú.
Elena miraba a su hermanito, efectivamente él era ahora más alto que ella, y con varios centímetros de diferencia, pero "enano" era el apodo que ella le había puesto hace varios años, que se le había quedado, hasta sus padres le decían así.
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El recuerdo de Teese
Teen FictionMuchas lenguas dicen que el primer "crush" nunca se olvida, que simplemente queda en nuestro recuerdo. Una inesperada noticia dará vueltas a la vida de Elena, después de mucho tiempo sin saber nada de la vida de su querido"Teese", e intentará ver la...