Parte 2: Confianza

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Desde que nacemos tenemos la necesidad de confiar en alguien, ya que sólo nos queda aferrarnos  a la primera persona que nos da la bienvenida, y no me refiero a los doctores, sino a nuestros padres. Estos esperan con ansias nuestra llegada; mamá nos da nuestro primer abrazo más sincero y alegre que jamás nos darán. 

A medida que creces la confianza en tus padres e incluso en los familiares con los que más compartes se vuelve fuerte, de la misma forma en como confiamos en el conductor de un bus, sólo lo tomamos pero no nos preguntamos si éste tiene experiencia o no, si quizá pasó bien el examen de conducir o no; y no, no nos hacemos esas preguntas, simplemente confiamos. Quizá ese tipo de confianza sea una de tipo pasiva (que según yo es aquella en donde no nos hacemos preguntas y sólo confiamos por inercia).

A medida que nos volvemos adultos ya nos habrán decepcionado miles de veces, hasta el punto de ya no existir esa tal confianza fuerte, sino que atraemos todo el pasado hacia una situación presente y la utilizamos como excusa para no creer en nadie más. 

Pero ¿qué más da? En este mundo veremos de todo, desde las personas que no confían en nadie debido a experiencias pasadas, y las personas que siguen aún confiando con la esperanza de encontrar a la persona correcta, esa que nunca te va a decepcionar, esa que te dirá: "No te preocupes, todo estará bien. Estoy contigo." Esas personas son las que buscan un motivo en la vida para seguir viviendo. 

En fin, la confianza no se debería perder. Se entiende que te han mentido y desilusionado, pero quizá es porque la has brindado a las personas equivocadas, o tal vez a las "correctas" al fin y al cabo todos nos equivocamos. Confía y no decepciones a esas personas que te quieren sólo por confiar en otras persona que potencialmente harán que dejes de confiar. 

El Arte de Vivir a Través del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora