Mi última carta

44 6 3
                                    

Mi amada y hermosa abuela:

Hola, hace tiempo que no te escribía ¿verdad? Desde que era un niño, cuando aprendí a leer y escribir ¿lo recuerdas? Les dije a mis padres que me ayudaran hacer una carta, bueno, que me ayudaran a enviártela. Porque yo ya la tenía escrita y bien doblada en la mano. Tan solo vi, como ellos tomaban un sobre, metían mi hoja llena de escritura y le escribían tu dirección y otras cosas para localizarte. Los acompañé a la oficina de correos y vi cómo se la entregaban a los encargados. Ellos me dijeron que a los días iban a entregarte tu carta y yo, un niño de apenas cuatro o cinco años, estaba feliz de que supieras todas las cosas que me habían sucedido. Te extrañaba y ahora, te voy a extrañar más.

Creo que después de una semana y media, recibí una carta tuya y no sabes la emoción que tuve. Ahora que me acuerdo, debiste de haberte esforzado mucho en poner palabras sencillas para un nieto tan pequeño como yo. Porque con un poco de dificultad, pude leerla yo solito y tan pronto como la terminé de leer, me puse a escribir otra.

En vacaciones siempre íbamos a visitarte o tú venías a pasar unos días a nuestra casa. No sabes cuánto deseaba esos días. Amo tus comidas, en especial esos pequeños dulces que siempre traías y me dabas a escondidas de mis papás. Éramos un dúo fantástico. Tú me enseñaste tantas cosas, tú eres quién me hizo el chico que ahora soy y te lo agradezco con todo mi corazón. Aún recuerdo tu cara de nostálgica, pero de alegría, cuando me contabas la primera vez que me cargaste en tus brazos y sentiste esta nueva vida llegar al mundo. Soy un chico muy sentimental, lloro casi de todas mis emociones y no puedo aguantar mis lágrimas por mucho tiempo. Es que, siempre me habías dicho que es mejor liberar lo que uno sentía, que guardárselas dentro. Sí, gracias a eso, no llego a estresarme y enfermarme por todo el esfuerzo que he tenido.

Después de eso, cada semana era escribir y mandarte una carta, contándote todo lo que había sucedido; mis logros y fracasos; las peleas con mis papás, mi hermano, mis compañeros de la escuela o mis amigos; los problemas que tenía y como deseaba que pudieras estar ahí para ayudarme. Eso y muchas cosas más que escribíamos entre nosotros. Tú no eras mi abuela, tú eras mi segunda mamá. Esa persona que me amaba incondicionalmente, aun sí, cometía errores tontos o pudiese lastimarte de alguna forma. Lo siento, lo siento si una vez te hice llorar o hacerte mal. Perdóname, no era mi intención, sabes que te quiero mucho y ya sabes lo que pasa con la gente molesta, no mide sus palabras.

Creo que cuando tuve trece o catorce años, las cartas fueron disminuyendo, para sustituir por llamadas telefónicas. Era relativamente más barato y así podía escuchar tu voz. Era una voz delicada, cansada por los años, pero siempre reflejando amor y cariño en cada palabra que decías. Siempre me apoyabas, me regañabas en algunas cosas, sin embargo, siempre me aconsejabas y tratabas que fuese una buena persona con valores. Lo lograste y te lo agradezco con todo mi corazón. Mis padres también están agradecidos, porque hiciste que sus hijos fueran buenos chicos y siempre lograran ir por sus sueños; por ejemplo: el mío.

Recuerdo perfectamente cuando decidí comenzar mi vida musical, meterme de aprendiz y convertirme en un rapero. Al principio, mis padres estaban en desacuerdo. Esa noche, te hablé desconsolado, llorando y encerrado en mi habitación. No deseaba que mis padres trataran de ver que sería costoso y otras cosas más, así que, cerré con llave la puerta de mi cuarto y te llamé. Cuando escuchaste mi extravagante idea, mi sueño y mi anhelo de ser rapero. Sin dudarlo apenas me apoyaste y dijiste que les diera tiempo a mis padres para que captaran la idea. Porque, iban a perder a su retoño demasiado rápido y como padres, deseaban que sus hijos tomaran el vuelo en su tiempo y temían cuando su pichón deseaba volar a tan corta edad. Gracias a eso, me pude calmar y no estar tan alterado. Al menos una persona me apoyaba en mi sueño.

A los pocos días, sin previo aviso, llegaste a la puerta de nuestra casa y te recibimos con una gran sorpresa. Usaste tu dinero en el viaje, solo con el propósito de convencer a mis padres y decirles, que sí, les preocupaba el dinero, ella iba a apoyarme con los gastos y que pudiera ser el rapero que tanto deseaba. Por ti, mis padres aceptaron y junto con mi hermano, decidimos comenzar a ver acerca de mi reclutamiento. Como persona, tengo buenos valores y sé lo que es malo y bueno; además, soy una estrella, aun me falta mucho por aprender, pero ya pase lo difícil: el reclutamiento y el debut. Todo gracias a ti. Tú vales más de una mina de oro o de diamantes. Tu valor no se puede comparar con nada, simplemente con amor y déjame decirte que, te amo demasiado.

La última despedida [ASTRO] [JinJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora