1. ¡Date cuenta idiota!

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—Si no me doy prisa te perderé y si te vas caeré perdido en mi propia locura esperando una salvación, tu amor —

Una mañana como cualquier otra se asomaba sobre las calles de Konoha, el inicio de un nuevo día para todos sus habitantes y en especialmente para un rubio el cual seguida plácidamente dormido en su cómoda cama hasta que el sonido de unos toques en la puerta lo despertaron a fuerzas, A paso lento se encaminó hacia ella y al abrirla se encontró con su pequeña hermana.

— ¿Hima? —preguntó soñoliento —¿Que pasa? ¿Porque me despiertas? —se restriega sus bellos ojos azules tratando de disminuir el sueño.

— Oni-chan, ven conmigo — susurró la Hima que para luego coger de la muñeca de su hermano y jalarlo hasta la pared al lado de la escalera.

— ¿Hima, que hacemos aquí?

— Mira Oni-chan —levantando el dedo en dirección a la puerta. Grande fue la sorpresa del Uzumaki al ver a su madre con un ramo de rosas y globos rojos en sus manos.

— ¿Mama? —dijo Boruto lo suficientemente alto como para que su hermana lo codeara para que se callara.

— Silencio hermano, nos podría escuchar —la azabache lo fulmina con la mirada a lo que él rubio solo de disculpa por miedo a que ella se enojé.

— ¿Que hace? ¿Como consiguió ese ramo? —preguntó muy confuso e interesado.

— Mamá casi todos los días recibe regalos como esos, aunque me gustan más cuando son chocolates. Mamá me los da como postre y son muy ricos. —sonríe recordando esos deliciosos manjares.

— Espera-ttebasa, ¿Estas diciendo que Mamá recibe esto casi todos los días? —preguntó — ¿¡Porque!?—gritó en susurro.

— No se — se encogió de hombros— Aunque se que se las traen diferentes señores que no se quienes son.

— ¿Señores?

— Si Oni-chan, Señores — resaltando la última palabra se fue a su habitación a seguir coloreando como la niñita alegre que Himawari Uzumaki es.

Señores... —susurro Boruto y salió corriendo hacia su habitación al llegar ahí sin razón alguna se vistió lo más rápido que pudo y salió por la ventana. Corrió y saltó sobre los edificios hasta que en un salto se chocó contra algo de su misma estatura y calló entre los edificios que eran de cinco pisos.

—¡Ah! — gritó lo Suficiente para que la persona con la que había tropezado se diera cuenta de quien era. El albino al ver como su amigo caía estiró su mano y lo logró coger antes de que impactará contra el piso.

—¿¡Eh!? —gritó mientras fue levantado con la pálida mano de su amigo—¿Mitsuki?

—¿Que haces Boruto? — preguntó mientras colocaba a su amigo en el piso del edificio.

— Yo... yo solo iba a bu-bueno — ni el mismo sabía a donde se dirigía. Antes se le había pasado por la mente ir a la torre Hokage, pero ya no están tan seguro.

— Vamos, cuéntame ¿Acaso tienes algún amorío secreto? —preguntó el Albino como si fuera algo normal.

— ¿Que?

¡Viejo, estás perdiendo a Mamá-ttebasa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora