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Las cosas al día siguiente no fueron fáciles. Roxana intento matar a Alejandro cuando le dijo que se tenía que marchar, Hefestión la controlo y la humillo de la peor forma posible. Bagoas fue directo a Hefestión rogándole que no lo alejara de su rey. La princesa no tuvo ningún problema, se mostro civilizada, como toda una dama de la realeza. Después de unos días emprendieron un viaje sin decirle a nadie el lugar, llevando consigo a Casandro como prisionero, fue acusado por alta traición y asesinato. Y al doctor de Hefestión, con toda su familia.
Cuando se instalaron en el que iba a ser su hogar, todo fue mejorando pero después de unas semanas Hefestión no quedaba en cinta. Y las preocupaciones volvieron a aparecer.

-¿Hefestion estas ahí? - Habló él rey mientras entraba al jardín en donde tenía a los monos. -Amor, no pasa nada, está noche lo vamos intentar de nuevo. - Era la quinta vez que el doctor les decía que no, por lo que el moreno salió corriendo.

-Por eso mismo, Alejandro, no pasa nada. Yo debería estar en cinta, los dioses ya no quieren bendecirme. - Él moreno lloraba desesperadamente, pensaba que estaba siendo castigado por desaprovechar sus otras oportunidades. Ó aún peor que ya no se amaban lo suficiente y por eso no podrían tener un bebé. -Yo sé que quieres un hijo y comprendo si me quieres dejar.

-No vuelvas a decir eso, yo te amo mucho como para dejarte, y si quiero un hijo, pero contigo. - Él rey se acercó al moreno sentándose a su lado mientras lo abrazaba. -No nos vamos a rendir, está noche quedaras en cinta, porque está noche vamos a hacer el amor. Le dio un beso en la mejilla y salieron rezándole, a sus dioses.

-¿Me dejaras si no quedo en cinta? - Preguntó Hefestión un poco abatido
-Nunca, tú sabes que te amo. - Lo besó muy tiernamente mientras lo dejaba en su lecho de rosas. Le fue quitando lentamente su fina bata, hasta verlo desnudo. -No me canso de decirte que eres perfecto. - Su amante se sonrojo mientras le quitaba las prendas a su rey.

Alejandro empezó con una serie de besos, que estaban surgiendo efecto en Hefestión, para después empezar a succionar sus tetillas mientras acariciaba el miembro de esté. Hefestión se retorcía del placer mientras gemía, sentía como el líquido pre seminal empezaba a salir de su pene. El rey bajo besando todo el abdomen de su amante, hasta llegar a su pene. El cuál empezó a succionar, adoraba el líquido transparente que salía de su amante, esté, bastante emocionado, le rogaba que lo penetrara, pero al ver como su pareja no acedía le dio la vuelta suavemente mientras frotaban sus penes en erección. Hefestión no necesitaba lubricación, su entrada ya estaba acostumbrada al pene de su amado. Por lo que poco a poco se fue "sentando" encima de su rey, esté último gemía bastante duro, era la primera vez que Hefestión hacia algo así y se sentía maravilloso, su pene sentía la presión de la entrada de Hefestion, sentía que en cualquier momento iba a explotar, no soportaba más la lentitud de su amante, lo cogió de la cintura, haciéndolo bajar un poco más rápido y dándose placer a ambos.

Después de un rato en el que Hefestión subía y bajaba. Se paro sacando el pene de su amado, se agachó en cuatro. -Por favor, penétrame. - Alejandro gustoso lo volvió a penetrar, esta vez con embestidas rápidas y duras, mientras masturbaba a su amante, esté le pedía más velocidad. Los dos gemían de placer incontrolable hasta que primero Hefestión se vino en la mano de Alejandro, unos segundos después Alejandro se había venido dentro de Hefestión. Pasaron unos segundo cuando Alejandro se quería salir. -No te salgas, te quiero sentir dentro un poco más. - Los dos se acostaron, y después Alejandro se salió de su amor. -¿Me limpias? - Con una tela blanca el rey se inclinó ante su amante limpiando cada parte de su cuerpo con mucha suavidad. -Te amo, gracias por no dejarme. - Mientras Alejandro lo limpiaba Hefestión habló a punto de llorar. -Perdóname.

-¿Amor estas bien? ¿Por qué dices todas esas cosas? - Él rey subió hasta la cara de su amado, encontrándolo dormido y con lagrimas en los ojos. -Nunca sé te olvide que te amo.
Después de una semana, Hefestión estaba en cinta, las cosas no podían ir mejor, eran realmente felices en Isos, un pueblo "cercano" a Macedonia y Babilonia. Pronto tendrían a el bebé y su sufrimiento sería recompensado, con la llegada de una hermosa criatura.

Fin.

𝐋𝐚 𝐛𝐞𝐧𝐝𝐢𝐜𝐢ó𝐧 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐃𝐢𝐨𝐬𝐞𝐬 (𝐀&𝐇 𝐌𝐩𝐫𝐞𝐠)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora