Prima Parte

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Esta no es la típica historia de una princesa y un príncipe, no, esta es la historia de un jefe de una de las mafias más importantes de Italia: Vongola, y del Hitman más peligroso del mundo, Reborn. Y el como todos descubrieron de su romance.

Todo empezó con la llegada de la décima generación a Italia, aunque con pequeños cambios respecto a su estilo de vida, Reborn siguió molestando a todos por igual, según en sus palabras, "debían estar preparados para ataques sorpresas", y se la pasaba en la oficina de Tsuna; la mayoría (o más bien Hayato) creaban teorías con que recibía torturas de entrenamiento, pues de vez en cuando escuchaban gritos (los inocentes creían que eran de pánico).

-¡No se preocupe, Decimo! –clamo un día, el de cabellos grises- ¡Yo lo salvaré!

Al parecer, se le había olvidado que Tsuna ya no era un niño, y que ese día, justamente Reborn había ordenado que nadie se acercara... lo cual, obviamente ignoro.

¿Consecuencia? Casi 2 meses en el hospital y varias visitas al psicólogo, eso y la mirada de advertencia asesina del más alto, les dejo en claro que no tenían que interrumpir lo que estuvieran haciendo allí dentro.

-Escuchen a Reborn, seguro estará entrenando a mi hermanito en un tipo de concentración especial –había dicho una vez Cavallone con tono orgulloso después de que lo abordaran en el comedor de la mansión.

Intentaban hacer caso a sus palabras (a excepción de Hibari, él se la pasaba con Dino), pero las preocupaciones que surgían en ellos eran cada vez más grandes. Se supone que para algo eran los guardianes de Tsuna, para protegerlo de cualquier enemigo que estuviese al alcance.

Así que al verlos tan desanimados, Dino decidió ver lo que pasaba allí dentro. No era tonto, sabía de los rumores que corrían por la CEDEF y las dudas que se disparaban entre si los más cercanos a su hermanito.

Cuando abrió la puerta, simplemente grito.

Grito hasta quedarse sin voz, seguramente lo escucharon hasta la otra parte de Italia.

Cuando se dio cuenta, los guardianes Vongola y otros agentes como Basil, Lal y Colonello habían echado una carrera fenomenal hasta la oficina del castaño... lo que vieron, hizo que Nagi y Yamamoto le taparan los ojos a los más pequeños como Futa, Lambo e I-pin.

Dentro de la habitación, Bueno... es fácil decir que era una imagen no apta para ningún niño o persona sensible. Vale mencionar que varios tuvieron que ir al psicólogo (en caso de Gokudera, volver) por causa de la inapropiada escena que parecía sacada de una película porno.

Aunque gracias a eso, meses después, nos situamos exactamente en una de las islas privadas de Vongola, donde se llevaba a cabo uno de los sucesos más importantes en la historia de la familia.

La boda del décimo Jefe y el Arcobaleno del Sol.

Las lágrimas no hicieron falta a decir verdad, al igual que las miradas de orgullo. A ciencia cierta, todos habían sabido que algo así pasaría tarde o temprano. Tal vez por las miradas indiscretas desde hace años... o simplemente por la sobreprotección de Reborn hacía Tsuna.

Gokudera aún algo reticente pero conmovido, entrego los anillos luego de escuchar la orden de Nono. Algo dentro suyo se derritió al ver los sentimientos con los que el Hitman observaba a su amado jefe. Suspiro internamente.

Sí, él siempre había sido buena opción.

Ese día, dos almas se convirtieron en una sola, luego de tanto tiempo de amor mutuo. Una promesa fue cumplida, dentro de ese mundo cruel que era la mafia... el juramento de amor y protección lo era todo.

Hasta la muerte.

Ja. Pero para ambos hombres, esa promesa se iría con ellos más allá de la muerte.

O como en sus anillos quedo grabado: Promesa eterna.

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"El amor nunca trae nada bueno. El amor siempre trae algo mejor."

-Roberto Bolaño. 

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