La noche era sumamente oscura, cubierta por una densa capa de nubes negras que opacaban por completo la luz de las estrellas y la luna creciente. La señal de una tormenta inminente se palpaba en el ambiente. El olor del agua en el aire, el viento fuerte que por instinto hacía arropar más a las personas que lo oían chiflar y el ruido estrepitoso de los truenos a lo lejos avecinaban la pronta caída de la lluvia. Para estar en época invernal, en ese tiempo que prácticamente nieva a diario, ese día había sido particularmente otoñal, con una temperatura agradable para no tener que estar demasiado abrigado (clara indicación que tarde o temprano se desataría la tempestad que ahora se avecinaba en Nueva York).
La torre Stark poseía una alta tecnología que la mantenía totalmente ajena a lo que sucedía fuera de sus instalaciones. La misma le permitía aislar los ruidos y luces del exterior sin ningún problema para evitar interrumpir el tiempo dedicado al sueño o al trabajo. Pero horas atrás, los amantes que vivían en aquel hogar desde hacía dos años, habían tenido una noche de sexo bajo la luz de la luna, aprovechando la rareza de ese clima pocas veces visto para la época del año. Por tal motivo, las ventanas permanecieron abiertas al momento en que el sueño golpeó a sus puertas, dejando que, en esos instantes, el viento frío se colara en el cuarto y moviera a su antojo las cortinas.
La penumbra de la noche fue interrumpida cuando la tormenta se situó sobre ellos, con ese refulgir radiante de los relámpagos que se adentraban en ese cuarto como un bello espectáculo de luces y el sonido claro de las gruesas y pesadas gotas golpeando por doquier, bañando las calles de la gran ciudad como limpiando el traqueteo intenso de los habitantes de la misma.
Ese ambiente que algunos considerarían de admirar, hacía que la noche no fuera tan conciliadora para uno de los dos que yacía en la cama. El mayor en edad, pero el menor en años vividos, James Barnes, se revolvía en su posición atormentado por una pesadilla. Se aferraba a las sábanas con dolor y en voz alta gritaba repetidas veces "No, No. ¡No!" como un ahogo de alguien que sufre la tortura de la manipulación, alguien arrepentido de sus pecados y de un pasado tortuoso que lo ha llevado a cometer infinidad de crímenes, mismo hasta herir a la persona que ama y que ahora atesora más que a su vida: Tony, su dulce Kotenok, como le gustaba nombrarle. Éste, acompañándolo a su lado en la cama, se despertó asustado por esas palabras tan adoloridas y sacudió a su pareja para hacerlo volver al mundo real, lejos de esa opresión que lo abrumaba como tantas otras noches, noches parecidas en las que él mismo también era atormentado.
—Buck. ¡Bucky! Hey, chico bonito, es otra pesadilla más. Despierta —Tony insistió repetidas veces para que su pareja se avivara, preocupándose de ver la transpiración cayendo de su perfil, con ese rostro tan contorsionado por el dolor de lo que sea que le estuviera acosando—. Vamos, James. Abre los ojos. —Golpeó con energía su mejilla un par de veces y se espantó al ver como su intento de tercer golpe fue detenido con el brazo izquierdo, el mismo que posee la fuerza de destrozar y abollar a casi cualquier metal duro.
—No lo harás —dijo el soldado empujando a Tony contra la cama, colocándose sobre su cuerpo mientras que sujetaba su mano con la izquierda y lo ahorcaba con la derecha—. ¡No me volverás a controlar! —gritó embravecido, fijando su vista con odio ante su amante, no viéndolo a él, sino a quien era producto de sus torturas en el pasado.
—¡Buck! ¡Soy yo! ¡To-Tony! —exclamó ahogado, sintiendo como el aire poco a poco se le escapaba de sus pulmones—. ¡Soy yo! —repitió desesperado, moviendo sus piernas violentamente, intentando zafarse de ese ahorque a la vez que golpeaba el brazo de su apresador en un intento vano de hacerle algo.
El millonario realmente se asustó cuando notó que no había manera de pararlo con su llamado. No quería recurrir a la fuerza extrema, pero si era necesario, estaba preparado para esos casos. Si debía controlar a Barnes para dejarlo fuera de combate, estaba dispuesto a hacerlo. Porque prefería tumbarlo y dejarlo inconsciente a saber que sufriría por sus acciones realizadas en ese estado fuera de control. No le haría daño, podía aturdirlo con su tecnología y en cuestión de segundos mantenerlo ileso. Esa era la única solución. Eso debía hacer antes de perder la consciencia, porque luego, ya no habría más retorno.

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Mi Héroe (WinterIron)
FanficHace más de dos años que James Barnes y Tony Stark son pareja, pero aún mantienen oculta su relación porque el Soldado del Invierno le atormenta su pasado. Prefiere mantenerse aislado del conocimiento público, creyendo que así no será afectado por e...