He mantenido vivo nuestro recuerdo en las foto que he destruido en mil pedazos.
Me alegra comentarte que tu mirada tajante ya no atormenta las páginas de mi diario, como quisiera que pasara lo mismo en mi memoria. Cada día mi cerebro trae algún recuerdo de nuestros encuentros planeados con precisión en los que mi sonrisa te bastaba y nuestras caricias lo eran todo. Duele tanto no poder borrarlos...