Había pasado una semana desde que la amiga de Liam había tenido un accidente con su scooter, por suerte nada grave. El chico castaño se encontraba en su casa, más concretamente en el sofá de su pequeño apartamento. Hacía un día de perros, lloviendo todo el rato y con un viento helado que acechaba las calles de la ciudad. Serían aproximadamente las siete y media de la tarde, supuso por la oscuridad que se apreciaba por las ventanas.Había decidido ver algo en la televisión pero no había nada entretenido, por lo que fue a su cocina para prepararse algo de cena. No le sorprendió encontrar la basura hasta arriba, ya que no se había molestado en tirarla desde hacía dos días.
Suspiró con vaguedad. Con el frío que hacía fuera y la asquerosa lluvia nadie tendría ganas de sacar la basura, pero tampoco la dejaría ahí hasta el día siguiente. Total, solo serán unos minutos.
Liam se cubrió con una sudadera encapuchada de su antigua universidad y unas pantuflas rojas de lo más calentitas. No es que le importase que los vecinos lo viesen de esa manera.
Cuando estaba bajando las escaleras con el saco cargado, escuchó voces fuertes que provenían del último piso. Le sorprendió encontrar al casero hablando enfadadísimo con otro hombre que no pudo reconocer. Frunció las cejas ligeramente, preocupado por las palabras dichas en aquella conversación.
-¡No puedes hacer lo que te de la gana, niño! ¡Esto me va a traer problemas con la policía! -gritó el señor casero. El hombre cubierto por una gabardina negra cruzó los brazos. A pesar de que Liam no lo podía ver con totalidad porque le daba la espalda, creyó que no se trataba de trigo limpio.
-Ya le digo que no es lo que parece, señor Collins. Mis intenciones no son más que pasar un buen rato -habló el tipo de voz grave y aterciopelada-. Deje de preocuparse y haga el favor de entrar a su casa. Este frío es veneno para los huesos.
Cuando este se giró, se encontró de bruces con la curiosa mirada de Liam. El reconocimiento brilló en los dos pares de ojos. De pronto, las mejillas del chico castaño adquirieron un tono carmesí muy característico suyo y no hizo otra cosa que apartar la mirada. Cuando el atractivo hombre subió las escaleras, Liam soltó el aire contenido en sus pulmones.
-Por el amor de Dios, menudo tipejo más irresponsable. Ya te digo yo que ese me traerá problemas, muchacho -dijo el casero a Liam, quien hizo una mueca en respuesta. El señor Collins se alejó con un suspiro y Liam se apresuró para tirar la basura en el contenedor de afuera.
Mentiría si dijese que no le había sorprendido encontrarse de nuevo con aquel tipo tan misterioso. Cuando lo vio por primera vez en el hospital se había quedado atontado, inexplicablemente. Aunque no había vuelto a pensar en esos ojos ámbar desde ese día. Ni siquiera lo había visto nunca en el edificio por lo que supuso que él sería el nuevo vecino que ocuparía el apartamento frente al suyo.
Un escalofrío recorrió su cuerpo entero cuando llegó a su planta correspondiente y miró la puerta contraria. Sacudió cualquier tipo de pensamiento raro de su mente y decidió entrar a su apartamento, donde inmediatamente se echaría a dormir.
Después de picar alguna cosa de la nevera y limpiar los trastos sucios que le quedaron del día anterior, se cepilló los dientes y dejó todo preparado para mañana. Ya eran las diez, no muy tarde, pero Liam debía de irse a dormir o sino no podría rendir al día siguiente.
Todo hasta que la puerta de su apartamento fue golpeada con algo de fuerza unas tres veces. Liam se asustó y se preguntó quién podría estar llamando a estas horas. Con algo de miedo e inseguridad se acercó a la puerta y retirando el pestillo, abrió. Sus ojos inmediatamente se posaron en aquel hombre que antes volvió a ver.
Ahora pudo apreciar con más claridad la rudeza en sus facciones. Mandíbula marcada y adornada por una barbita de pocos días. Su nariz era ligeramente puntiaguda, Liam se atrevió a pensar que su origen era oriental. Tenía los ojos más bonitos y a la vez tenebrosos que jamás haya visto, enmarcados en una fila de pestañas rizadas e interminables. Luego estaba su brillante cabello azabache, recogido hacia atrás con una gomita. Fue bajando hasta su hombros anchos y fuertes, un pecho definido y la cintura delgada. Sus piernas eran largas y fuertes, o eso le parecía a Liam aún teniendo aquellos vaqueros rotos. Sería aproximadamente de su altura. Mierda, estaba bueno.
Liam se aclaró la garganta.
-¿Puedo ayudarte? -preguntó con amabilidad.
-En realidad sí -contestó pasando la lengua por sus resecos labios-. ¿Vives solo?
El castaño se sorprendió por aquella pregunta. Miró al chico con algo de recelo pero asintió.
-¿Y no te da miedo? Estamos en la parte más turbia de la ciudad -su mirada recorrió todo el cuerpo de Liam con detenimiento. Segundos después, volvió a mirarle los ojos.
-No, no tengo miedo. Y si no te importa, es tarde para mi y debo de dormir -contestó el castaño sonando un poco más borde.
El moreno chasqueó la lengua, sonriendo ladinamente a Liam.
-¿Me dirás tu nombre al menos? -le guiñó un ojo al chico, consiguiendo que las mejillas de Liam se calentasen.
-Nop -concluyó, armándose de valor y cerrándole la puerta en las narices.
Liam tapó su boca con las manos y sonrió como una colegiala enamorada. Por alguna extraña razón, su estómago cosquilleaba y podía sentir las famosas mariposas revolotear en su interior. Solo es un tío, Liam. Contrólate.
Por otro lado, Zayn también sonreía a la puerta que segundos atrás fue cerrada en sus narices. Ni siquiera sabía porque había llamado. Quizás porque ese chico que no le quiso dar el nombre era la cosa más preciosa y cautivadora que jamás pudiera haber visto.
~~~
¡Heeeeeey!
La historia más o menos comienza a tomar forma 🙈😋 Espero de todo corazón que os esté encantando. Procuraré actualizar lo más rápido que me sea posible.
Os recuerdo, mi cuenta principal es dirtyharrx . Aquí subiré todos y cada uno de mis nuevos proyectos Ziam.
Muchos besos y os deseo una muy feliz navidad a todos!!! ❤️
ESTÁS LEYENDO
Masterpiece »Ziam Mayne
Fanfiction❝Eres una obra de arte, delicada y con un tono sensual en cada pincelada.❝