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  —¡Millie Bobby Brown te he dicho muchas veces que no me dejes con la palabra en la boca! ¡¿Escuchaste?!

Rodeé los ojos al mismo tiempo de acomodarme la chaqueta de cuero, mi madre frunció el ceño al observar que yo ni siquiera me había tomado la molestia de asentir con la cabeza.

  —¿A dónde crees qué vas mocosa?

Preguntó. 

—A tú corazón. —Le guiñé el ojo—. Saldré con Sadie y Noah a ver películas y después iremos a Reynolds Hood a tomar unos  tragos, así que llegaré tarde.

Sin esperar respuesta suya, caminé a la puerta y salí de aquel lugar inmundo que se hacia llamar hogar. Vivíamos Huntsville, una ciudad del norte de Alabama donde te podías encontrar en paz en cualquier sitio al que vayas y tal vez por esa razón odiaba ese lugar. No solo porque había armonía, sino que las personas eran tan inocentes que sí les decías cualquier, cosa te mandaban a la delegación de policías donde te quedaban encerrado por 24 horas según lo que hayas hecho.

Solo he pasado por ese mal trago tres veces durante este año.

La primera fue porque fumaba un cigarrillo frente a unos niños de cinco años, más aparte porque estaba un poco ebria. Los padres de esos pequeños charlatines llegaron en donde nos encontrábamos y llamaron al policía. 

Duh, solo trataba de explicarles a los niños las ventajas de fumar un cigarrillo.

La segunda fue porque tomé unos cuantos dolores de la cartera de un señor que estaba distraído besándose con una jovencita de 20 años detrás de un bar.

Pude haberle acusado por pedófilo, ni siquiera sé porque no lo hice.

Y la tercera, que apenas ocurrió hace dos meses, fue cuando fui a ver a Mac Demarco a quien le aventé un chocolate el cual provocó que su ojo se tornará morada.

Pobre Mac.




 

NoLo ;:; Calpurnia + FillieWhere stories live. Discover now