Cuando uno escucha la vida y logros de Hiro Hamada es muy fácil suponer que se esta hablando de un hombre experimentado, maduro, entregado, disciplinado y no de un adolescente de casi quince años que se queja de pasar la navidad en un país desconocido, no que el viaje mucho pero ustedes entienden.
No fue una gran sorpresa que de repente uno de sus amigos se ofreciera a llevarlos a todos, incluso a sus familiares, de viaje durante el receso de invierno, lo que le sorprendió fue que los llevará a un pueblito en México donde el ni siquiera estaba seguro de si encontraria señal de internet.
Bueno, estaba exagerando, el pueblo de Santa Cecilia no era tan malo, si, distaba mucho de lo que estaba acostumbrado a ver el la gran ciudad, pero también tenía una especie de magnetismo que hacia que te sintieras en casa, como si cada persona que encontrarás en tu camino fuera parte de una enorme familia y tu fueras un familiar mas qué pasaba a visitarlos.
Tal vez fue por eso que Fred decidió que seria precisamente este lugar donde pasarían las fiestas, un lugar donde la calidez y el cariño parecían flotar en el aire, una sensación tan necesaria para el ahora, porque era la primera navidad de la familia Hamada desde la muerte uno de sus integrantes.
Hiro no tenía muchos parientes, al menos no con vida, y sabia que para su tía también era difícil estar en una casa llena de recuerdos, porque era Tadashi quien hacia de estas fechas algo especial, normalmente a el no le interesaba mucho y a la olvidadiza tía Cass siempre parecía que todo el mes de diciembre se borraba por completo de su cabeza por la cantidad de trabajo que tenía, después de todo, muchas personas necesitaban café caliente en invierno.
Era un buen detalle, sabia muy bien que el resto de sus amigos también había planeado todo el viaje teniendolo a el en mente, y el lo agradecía, de verdad que si, pero eso no significaba que de vez en cuando no lo asaltaran los recuerdos de su hermano, de como lo cargaba por la habitación a pesar de que el le decía que ya estaba grande para eso, o de como se sentadaban frente a la ventana a ver caer la nieve y comer galletas.
Estaba triste, triste de no poder permanecer fuerte ante aquellas memorias y de que el ver convivir a las familias de sus compañeros lo hiciera sentir mucho mas miserable y solitario que de haberse quedado en San Fransokyo.
Salio de la casona en donde se estaba quedando, según Fred eso era una sencilla casa de campo pero la verdad se veía mas como un hotel o una mansión, y camino sin rumbo, paso por el mercado, la iglesia, el panteón, paso por un montón de calles por donde los niños corrian y jugaban con pirotecnia, siguió caminando hasta llegar al centro del pueblo. Una vez ahí se sentó frente a la plaza y se hecho a llorar.
Simplemente no podía detenerse, creyó qué ya había superado la pérdida de su querido hermano mayor pero en realidad aun le afectaba, necesitaba desahogarse, decírselo a alguien, pero su orgullo no le permitia hacerlo con ninguno de los que conocía, no se atrevía a dejarse ver tan roto y frágil de nuevo, el tenía que ser fuerte, por su tía, por Tadashi, por todos los que lo conocieron y aun les dolia no verlo a su lado.
Debía verse demasiado patetico como para causar la suficiente lastima que lograra qué un desconocido fuera a consolarle, al menos eso fue lo que penso cuando de repente sintió un par pequeños y delgados brazos rodearle, pero aun así no se retiro, permaneció justo ahi, sentado en la orilla de una banqueta, sin detener su llanto en ningún momento y apollando la cabeza en el hombro de quien le sostenia.
―¿Por que estas tan triste?
Escucho hablar a esta persona misteriosa, mas no contesto de inmediato, permanecio sollozando unos minutos más.
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Pastorela
FanfictionOne shot dedicado a Kellen Hakuen como parete del intercambio de navidad.