Dano se vino tantas veces que creyó que quedaría seco. Ni siquiera era consciente de que las horas pasaban en aquella habitación ni que él se venía unas tres veces antes de sentir el semen en su trasero llenándolo de calor.
Dano tampoco fue consciente de las incoherencias que gritó ni de los gemidos altos que soltaba en cada ocasión, él simplemente sabía que estaba en el cielo y quería más.
Aquellos dos apenas y paraban para comer, dormir y a veces darse una ducha, para el tercer día Dano estaba boca abajo en la cama con las piernas abiertas mientras su pareja que ahora sabia se llamaba Lionel se empujaba fácilmente en su interior haciéndolo gritar.
-Si...si...si, joder, si...- arqueó la espalda moviendo las caderas hacia atrás deseando tenerlo más profundo- Si...si...lléname...vente dentro Lio... lléname... ¡ah! ¡ah! ¡Ah!- sintió las embestidas aumentar y perdió toda capacidad de hablar- ¡ah! - Se corrió en las sábanas exprimiendo a su pareja dentro de él, sintiendo poco después la sensación ya tan familiar del semen en su interior. Una sensación tan ansiada.
Poco después Dano se quedó dormido sin preocuparse de nada más que descansar. Lionel sonrió viendo a su pareja quedarse así, estaba ávido por saber más de él, hasta ahora cada cosa que veía lo encantaba más, pero para ser sinceros no es que hubiesen hecho mucho aparte de aparearse como locos, pero ¿qué podía hacer? Pese a que su pareja era un humano común eso no impedía que sintiera el calor del encuentro con su pareja destinada.
Con sumo cuidado Lionel salió de su cuerpo y dejó pequeños besos a lo largo de su espalda, cariñosos y cuidadosos.
-Espera un poco, bebé... volveré pronto- le susurró. Habían comido todo lo que había. Podría pedir servicio a la habitación pero con su apareamiento tan frágil aún no quería tentar a su lobo interno a enloquecer si sentía que alguien invadía su territorio-. Me siento algo más claro- murmuró echándose el cabello atrás, los últimos días no había podido pensar en nada más que marcar a su pareja, en hacerle el amor y llenarlo de su esencia, se avergonzaba un poco de haber sido tan bruto pero en su defensa su lobo había estado más en control que su raciocinio humano. Era una suerte que su pareja había parecido absolutamente receptivo- después de todos estamos hecho el uno para el otro- sonrió encantado y tras darse una ducha rápida bajó al restaurante del hotel pidiendo cada exquisito plato que aparecía en el menú. Su pareja seguramente estaría un poco más lúcido cuando despertara así que quizá era el momento de consentirlo y explicarle lo que sucedía entre los dos.
Lionel poco sabía que sus planes estaban a punto de irse al garete. Cuando Dano despertó poco después de que Lionel saliera de la habitación, efectivamente estaba más claro, pero sin ninguna otra explicación a lo sucedido se encontró avergonzado y confundido. Por supuesto recordaba cada cosa que había pasado en los últimos tres días pero al mismo tiempo sentía que no era él mismo, como si no pudiese controlarse. Recordó el primer trago que aquel sujeto le había enviado y su paranoia explotó de inmediato.
¡Ese sujeto lo había drogado! ¿De qué otra forma podría haber estado tan perdido? ¿Haber hecho y dicho cosas tan vergonzosas? ¡Era simplemente imposible para él hacerlo en sus cinco sentidos!
Las alarmas comenzaron rápidamente a sonar en su cabeza, no sabía en dónde estaba... ¿podría escapar? Dios... había tenido todo tipo de sexo sin protección ¿qué si ahora estaba enfermo de algo? El miedo se apoderó de él y sin tomar siquiera el tiempo de asearse buscó su ropa en la habitación. Solo estaba la de aquel sujeto, la suya hacía mucho que era jirones en el suelo así que tuvo que conformarse con las prendas dos tallas más grandes que las suyas e intentar salir.