Se escuchan las arcadas desde el otro lado de la puerta. Erica sale del cuarto de baño y se dirige al lavabo para lavarse los dedos índice y corazón.
-Tía, eres gilipollas- le dice Ane.
-Facil decir cuando no lo sufres ni lo sientes.
-Mira, Erica, yo aunque estuviera gorda, nunca jamás recurriría a la bulimia. Te haces daño, ¿sabes?
-¿No jodas? Nunca digas nunca, Ane. Te puede pasar a tí como a cualquier otra.
-Yo jamás haría esa gilipollez- dice ella, harta de las recurrencias de su amiga.
-Al principio yo también decía eso- comenta ella, dirigiéndose hacia la puerta.
Y desaparece. A Erica le entra curiosidad por saber qué se siente cuando vomitas. Se acerca lentamente a uno de los baños y se agacha. De cuclillas, se introduce los dedos y tose. Expulsa su comida y se siente bien. Ahí comienza toda la historia
