Fría oscuridad.
Eso es lo único que recuerda Katherin de la pesadilla de la pasada noche.
Se despertó como todas las mañanas para ir a la universidad pero al entrar al baño para ducharse notó un gran pinchazo en la cadera derecha. Mirándose al espejo subió su camiseta y acarició su única marca de nacimiento, tenía forma de un árbol y a toda la gente de su alrededor siempre le había causado rareza pero ella lo veía como su marca identificativa. Cuando ella era pequeña siempre le pedía a su padre que le contara su cuento especial donde una pequeña hada, quien poseía una pequeña marca, salvaba su mundo de una terrible bruja. Ella a veces sentía miedo por la pequeña hada ya que al ser pequeñita la bruja podía manejarla y acabar con ella, pero su padre siempre le repetía que por muy pequeña que fuera aquella hada, siempre el valor y el coraje que poseía superaría a la bruja.
Antes de dirigirse andando hacia la universidad, ya que su coche seguía en el taller, decidió pasarse por el cementerio donde estaba su padre. Desde que se había levantado tenía una sensación estraña y aunque pareciera una locura, ella sabía que al único que le podría contar algo y que le entendiera era su padre. Adentrándose en el cementerio llegó a la tumba que buscaba y se sentó delante de la lápida. A muchas personas ese tipo de lugares les dan miedo pero Kate se sentía segura dentro de ellos, se sentía relajada y estaba al lado de una de las personas más importantes en su vida.
- Hola papá, se que estos días no he venido mucho por aquí. La verdad es que he tenido mucho trabajo, entre la universidad y la biblioteca no tengo mucho tiempo.- dijo mientras quitaba algunas hojas que habían caído sobre la lápida.- La universidad va todo muy bien, Mr Town ha vuelto a ir a un congreso de profesores y ha decidido enseñarnos su nivel de profesor poniendo un trabajo. El trabajo en la biblioteca como sabes me encanta y en casa todo esta bien. Mamá ha vuelto a trabajar y vuelve a ser un poco ella misma.
Kate siguió contándole cosas a su padre durante varios minutos. Pero lo que no sabía es que en aquel lugar donde se sentía relaja y segura estaba siendo observada por un gran peligro.
El camino a Irlanda se le hizo a Cristian mucho más largo de lo que él pensaba debido a que tuvieron que hacer escala en Birmingham. Estaban en Kilmore Quay, una ciudad conocida por los humanos gracias a la pesca y famosa entre criaturas por sus queridas sirenas, las cuales más de una debido a su atractivo había capturado a algún que otro vampiro.
- Mmmmmm, que bien voy a dormir hoy.- dijo estirándose Alek en la cómoda cama de la habitación.
- Pues duerme, yo voy a ir a dar una vuelta.
- ¿Sigues dándole vueltas, verdad?.- Le preguntó a Cris dando un sonoro bostezo
- Sí, por eso necesito relajarme.
Hoy lo que levaban de día no había podido quitarse de la cabeza una pregunta. Decidió andar sin rumbo con las manos metidas en los bolsillos, hacía sol y las familias disfrutaban de un día en familia. Sin darse cuenta se había quedado mirándo un pequeño parque donde varios niños jugaban y sonrió.
- Si de verdad todas aquellas historias de vampiros fueran ciertas, ahora mismo estaría derritiéndome aquí mismo.- pensó para sus adentros.
Después de varios minutos llegó a una pequeña playa, se sentó y miró como las olas se rompían en la orilla. Hubiera sido una escena relajante sino hubiese sido por que su cabeza estaba en otro lugar. "¿por qué?¿quién?¿cómo?..." todas sus preguntas estaban sin respuesta, por qué esa chica era importante, por qué un ejercito de vampiros perseguiría a una insignificante humana, quién era en realidad aquella humana y lo más importante...como llegaría hasta ella.