Narra Jisoo
La hora del fin de turno de mi ángel se acerca, y yo cada vez estoy más nervioso.
Ya me he tomado dos cafés, fríos como el hielo debido a que no puedo dejar de quedarme mirando como un tonto al barista que esconde miradas furtivas hacia mi cada vez que puede.
Sonrío y miro el reloj amarrado a mi muñeca, estudiando cada milímetro que la aguja se digna a temblar.
Tres minutos.
Veo como la gente sale de la cafetería al frío acusador de la capital; mientras yo solo puedo prestar atención a cómo se desabrocha el delantal y me mira, colgándose la mochila del hombro, y caminando hacia mi mesa mientras niega con la cabeza.
-No tenías que haberme esperado- dice, recuperando su natural rubor en las mejillas.
-Quería hacerlo- aclaro, encogiéndome de hombros y levantándome, apoyando una mano en su hombro y cogiendo la mochila, cargándola yo.
Observo su reacción detenidamente, que no es otra que ocultar su bello rostro entre sus manos.
-¿Por qué te tapas?- digo suavemente.
-Porque me da vergüenza que me veas rojo.
Le miro a los ojos, sonriendo de lado.
-¿Quieres ir a algún lugar en especial?- digo, conteniendo mis ganas de apoyar la mano en su espalda.
-¿Podemos solo pasear?- dice, muy tiernamente.
¿Acaso quiere matarme de ternura?
-Claro- asiento y abro la puerta para él.
Treinta minutos después, sus dedos deciden que es buena idea jugar a pelearse con los míos, en una caricia muy sutil.
Llegamos a la puerta de mi casa, donde también está mi taller de escultura, y las chispas procedentes de una idea titilan en mi cabeza.
-¿Puedo enseñarte algo?- digo nerviosamente, y mi corazón enloquece cuando asiente sin dudarlo.
Cuando introduzco la llave en la puerta, sin soltar sus dedos, no puedo creer mi suerte.
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masterpiece // jihan
Short StoryCojo el manillar de la puerta y tiro de el, dispuesto a encontrarme con ese ángel que es mi inspiración.