El sentimiento de hastío que crece dentro de mí, me sofoca y aprovecha mi nublado juicio para manipularme, pero por alguna extraña razón ya no logra incomodarme ya que hemos llegado a una especie de acuerdo dual para coexistir dentro de este ser tallado por los años, que aunque la cubierta exterior todavía es agradable a quien se detiene a mirarle ya que las nuevas líneas le dieron un aspecto formidable, el interior ha sido quebrado y remendado más veces que las horas que posee la existencia de un alma joven.
Y en nuestra horrible dualidad lo único que reconozco es que ya no tengo control sobre mi ser, ya que esto que catalogue como un sentimiento en realidad es un ente de una fuerza mucho mayor a la mía, el cual se burla y hace de mi lo que le place. Hala de los hilos, los retuerce y enreda, sin ningún apuro controla todo en mí día a día.
Todo se vuelve una melodía gris y sin vida, un vaivén de cosas sin sentido, que consumen poco a poco la luz de la vida. Pero no me debo sentir especial ya que este ente, este maldito demonio tiene aprisionados a unos cuantos millones de almas como yo. Gracioso, ahora lo llamo demonio, este lugar saca mi yo santurrón (yo que proclamo no tenerlo) y a mí me encantaría para darle un toque melodramático decir que este demonio se llama "legión", pero ese no es el caso, tiene un nombre insípido y cruel de tan solo 6 insignificantes letras.
Pero que no atormenta solo sueños de cristianos ya que para él no existen religión, etnia o posición socio-económica. Solo entra cual humo de cigarrillo en área de fumadores por las fosas nasales y se instala cómodamente, nublando la visión, cegando los sentidos para así matar poco a poco a su presa.
RUTINA.
Uno de los tantos males que atrapa a la sociedad y que ahora a pesar de ser día de descanso me tiene aquí de pie, en el mismo piso, la misma banca, el mismo crucifijo frente a mí, el mismo olor a humedad, tristeza y rezos apresurados, incluso está sentada frente a mi pacíficamente la anciana de todos los domingos esa que seguramente ya vino a misa de siete del sábado pero aun así está aquí sentada (Bah... como si eso le sirviese de algo), e incluso es el mismo clérigo que regañó al pequeño que corrió a los brazos de su madre ya que había interrumpido la homilía que este daba sobre la tolerancia.
Y aquí estoy como todos mis malditos domingos dentro de mi insufrible vida, actuando mecánicamente ante este rito de ciega idolatría que nos planteamos. No piensen mal de mí, yo no tengo problemas con Dios simplemente es que no termino de tragarme a los dueños y trabajadores de sus franquicias.
¡PAM!.
Un ruido estridente le saco del ensimismamiento que a los ojos de todos los que le rodeaban solo era un síntoma más de una tarde calurosa, como la de ese día, pero no para ese par de ojos que le conocía de una vida, esos avellanas que también estaban roídos por el tiempo y le miraban cansados sin lograr obtener una mirada de vuelta.
Y junto a ellos cual ráfaga de viento cruzo una melena rizada digna de una fiera, no cualquier fiera, si no la más exótica de todas ya que la portadora de semejante soltura al andar seria bien recibida en el salón de trofeos de quien lograse casarla.
PERFECTA...
Fue la palabra que inundo mi mente al instante en que la divise, su entrada había sido estruendosa y le iba perfecta con esa aura que emanaba de su cuerpo, peligro, juventud, perfección...
Me sorprendí a mí mismo suspirando y admirándola, gracias al Señor que solo nos separaba un pasillo, pero para mí era como el mar rojo. Me regañe mentalmente por estar siendo tan descarado y más en un lugar como este. Pero yo solo soy un maldito y jodido hombre, uno que hacía ya tanto tiempo no se sentía así.
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Inadvertencia
Short StoryEs necesario que un hombre se transtorne completamente a causa de uno de los demonios más poderosos a los que se enfrenta la sociedad. ¿Solo por amor?