Capítulo I: Recuerdos de Navidad

10 0 0
                                    

25 de diciembre de 2017


Hoy es navidad, pero para mí dejó de ser una fecha festiva desde hace mucho tiempo. No hay luces, no hay regalos, tampoco el exquisito pavo relleno de mamá... solo una copa de vino tinto y mi computadora portátil. Afuera está nevando, desde la comodidad de mi cama veo como los copos de nieve danzan frente al ventanal, devolviendo la paz que los fuegos artificiales quitaron del cielo hace no más de diez minutos.

Recuerdo cuando estas fechas significaban algo, apenas habíamos llegado a Seúl y proyectábamos un dos mil tres cargado de abundante trabajo, buenas calificaciones y nuevos amigos. Atrás había quedado Nueva York, el nuevo trabajo de mi padre como ejecutivo en Hyundai le exigía residir más cerca de la sede central de la empresa automotriz... para ser franco, nadie miraba con nostalgia el viejo vecindario neoyorkino, Corea del Sur era espectacular.

Nos alojamos en un lujoso apartamento que la empresa facilitó a mi padre hasta que pudiera rentar un lugar mejor. No era un apartamento excesivamente grande pero tenía una bonita vista al centro de la ciudad, donde los rascacielos teñían la noche con sus coloridos carteles de neón. A pesar de los cursos intensivos de coreano, mi madre y yo necesitábamos la constante ayuda de mi padre para comprender lo que nos decía la gente por la calle o por teléfono. Tenía miedo de perderme en ese basto mundo por conocer, donde todas las calles parecen iguales y las personas no eran capaces de entender lo que decía; sin embargo faltaban dos meses para que mi hermana Bethany y yo empezáramos a estudiar en la misma preparatoria.

El tiempo pasó, la adaptación no fue fácil pero intenté dar mi mejor esfuerzo para encajar en un mundo al que no estaba acostumbrado. Cada mañana salía a correr por las calles cercanas a nuestro apartamento para conocer mejor el vecindario, esa rutina hizo que poco a poco memorizara la ubicación de tiendas, plazas, restaurantes y otros negocios que tal vez visitaría más adelante. Sin embargo lo que llamó más mi atención fue que nuestra casa no estaba ubicada en la zona residencial de clase alta como en Estados Unidos, sino en el límite con un barrio de clase media. Aquello no significaba ninguna molestia para mí, sin embargo era la primera vez que convivía con personas que no regalaban coches de última generación a sus hijos cuando cumplían la mayoría de edad, o frecuentaban clubes VIP los sábados por la noche.

Cuando por fin inicié la preparatoria sentía todas las miradas puestas en mí, Bethany lidiaba con la situación con mayor facilidad debido a su carisma que la hizo popular entre chicas y chicos en menos de una semana. Sin embargo por mi parte podía escuchar los susurros de mis compañeros, la forma despectiva en la que se burlaban por ser occidental... creí que se trataba de una broma, hasta el momento mi familia no había recibido ningún trato racista y sin embargo ahí estaba yo, caminando solo durante los recesos, almorzando en la mesa más apartada y haciendo los trabajos grupales sin compañía de nadie.

Tampoco me podía quejar, a pesar de que moría de ganas por hacer uno o dos amigos en la escuela, la soledad siempre me sentaba bastante bien; no era (ni soy) un hombre que hable demasiado, suelo conservar el silencio a menos que tenga algo realmente interesante que decir. Quizá no valoré tanto esos momentos de tranquilidad y por eso el destino quiso castigarme.

Eran tres, los chicos más altos y robustos que había visto desde mi llegada a Corea. Sus expresiones burlonas me dejaron en claro que no habían entrado al baño para hacer sus necesidades... sino para buscar problemas. Lavé mis manos y las sequé mientras a mis espaldas los abusivos me miraban y se hacían señas entre ellos hasta que el líder del grupo habló. Hoy en día no puedo recordar lo que me dijo, durante muchos meses recibí las burlas e insultos de esos tres... sin embargo recuerdo bien que me robaron el pantalón y me encerraron en uno de los cubículos. Llamé a mi madre, quien llegó a la escuela con ropa limpia y miles de preguntas que no respondí, tenía miedo que al acusar a mis agresores las cosas se volvieran peor.

Desde Seúl con AmorWhere stories live. Discover now