3 meses

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—¡Kageyama Tobio! —gritó el pelinaranja moviendo sus pies sobre la mesa donde lo habían dejado. —  Necesitamos las fresas que pedimos hace treinta minutos.

El pequeño tenía una panza notablemente hinchada por lo que bajarse no era una opción para él, siguió pataleando haciendo pequeños berrinches mientras gritaba el nombre del ajeno. El teléfono que estaba a su lado sonó haciendo que detuviera todos los falsos sollozos y contestara.

— ¿Buenas tardes? ¡Familia Kageyama al habla! —le encantaba decir aquella presentación y cada vez que lo hacía lo mencionaba con toda la felicidad del mundo. —

》Mi niño, buenas tardes. —una voz algo gastada se escuchaba al otro lado y supo de inmediato que se trataba de su madre. — ¿Cómo se ha portado mi nieta?

— Mamá, aún no sabemos de qué sexo es. —respondió dulce y con una sonrisa acariciando inconscientemente su vientre.— Hoy es la ecografía y estoy muy nervioso.

》Es normal, yo también lo estuve mi primera vez. —se escuchó una risa contagiando al pelinaranja. — ¿Kageyama? ¿Dónde está él?

— Yo me hago la misma pregunta mamá  —soltó un suspiro y retomando la energía de nuevo. — ¿Cómo está Natsu?

》 Acaba de salir con unas amigas, según lo que me enteré creo que le presentarían un muchacho.

— ¿Qué?—se quedó quieto y en un estado de shock — Mamá, ella tiene prohibido salir con alguien. Yo primero tengo que conocerlo.

Una segunda risa más escandalosa que la primera se hizo presente en la habitación, era el azabache que entraba con una funda llena de fresas. Hizo una señal con su mano de que llegarían tarde.

— Mamá tengo que colgar, luego te llamo por los resultados. —mandó un pequeño besito volador y cerró la llamada. — Al fin llegas.

— No es mi culpa. Me había comido las fresas días anteriores así que tuve que conseguir más. —alzó sus hombros mientras se acercaba para bajar al pequeño. — Lo siento por eso.

— Me dejas botado y te comes mis fresas. Que mal esposo que tengo. —pronunció con falsa indignación. — Mi mamá tenía razón, no eres una buena opción para mi vida.

— Eso no decías la noche en la que el mocoso se formó. —apuntó con una sonrisa burlesca muy típica de él. 

—¡Kageyama estúpido! —lanzó unos golpes en su pecho al mismo tiempo que trataba de ocultar su vergüenza.

El menor tomó del mentón al ajeno para alzar su mirada y proporcionar un casto beso en sus labios, sus manos se pasearon por las pocas curvas que todavía existían del embarazado y sonrió en sus adentros.

— Vamos. —sujetó su mano y ambos salieron del departamento, el día estaba perfectamente nublado y para ambos era agradable. — Te mentí, aún quedan treinta minutos para la cita.

El mayor soltó un suspiro para luego mirar a su pareja. Lo jaló e iniciaron su camino, tenían sus dedos entrelazados y de vez en cuando se lanzaban miradas llenas de sentimiento. El lugar no quedaba lejos así que podían ir caminando, al de menor estatura le habían recomendado caminar de vez en cuando.

— ¿Qué crees que sea?—preguntó con una sonrisa llena de entusiasmo.— Mi mamá quiere una niña.

— No me molestaría si fuera niña o niño. Es mi mocoso después de todo. —habló sin despegar su vista del pavimento. — Es mi hijo, sólo quiero tenerlo en mis brazos sin importar su sexo.

Un silencio sepulcral se presentó alertando al pelinegro, Hinata se quedó estático hasta que finalmente se escucharon unos leves sollozos, el contrario pensó que lo que había dicho había estado mal, sin embargo el pelinaranja lloraba por sus bonitas palabras.

— L-lo siento mucho. —se disculpaba mientras tomaba de ambos hombros y bajaba su mirada. El ajeno de manera rápida negó con su cabeza.

— L-lo que dijiste fue m-muy bonito. —no paraba de sollozar.— Te amo Kageyama.

Unos alargados brazos lo rodearon completamente y siguieron así por un par de minutos. Cuando llegaron a la entrada principal sus manos comenzaron a sujetarse de manera fuerte, tomaron valentía e ingresaron para al hospital.

Llegaron con la recepcionista que les indicó la habitación y el turno, al parecer serían los segundos porque habían cancelado otras consultas más. Se quedaron en la sala de espera.

5 minutos.

10 minutos.

15 minutos.

El nombre del pelinaranja se oyó en toda la sala, el susodicho se levantó y junto al padre entraron al consultorio. La enfermera le dio las indicaciones a Shoyo y este rápidamente las puso en práctica, se acostó en la camilla e hizo una señal para que el ajeno se acercara.

— Nos estamos manteniendo bien Hinata. —se escuchaba decir al médico con una sonrisa — Aquí está su cabeza. —señalaba sobre el monitor. —Aquí se pueden ver sus piernas y brazos.

El menor estaba emocionado y miraba con brillo peculiar aquel feto que estaba dentro suyo, por otro lado el azabache trataba de encontrar la forma ya que para él era una mancha grisácea. El aparato se seguía moviendo para dar una señal del sexo del bebé. 

— Oh, se movió. —ahora el pequeño estaba de espalda y no daba vista a sus genitales. — Quizás para otra ocasión.

Hinata soltó un suspiro y para tratar de consolarse se llevó a la boca una fresa de las que tenía en el bolsillo. De inmediato el bebé reaccionó a la azúcar y volvió a ponerse de frente esta vez abriendo un poco sus piernas, el profesional se sorprendió y aprovechó el momento para volver a colocar el aparato.

— Vamos a ver...—movió un poco más el aparato y soltó una risa. — ¡Felicidades es un varón!

El menor se quedó estático y casi se atraganta con el resto de fresas, mientras el colocador sonreía y un brillo inmenso se formó en sus ojos. Estaba emocionado por el hecho de que ahora tenía a alguien a quien enseñarle todo lo que sabía.

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¡BUENAS! ¿Qué tal? Vengo con un regalo de navidad atrasado jaja, espero lo disfruten.

No se olviden de dejar su estrellita y sus comentarios, me gusta leer sus ocurrencias y por supuesto contestarles.

Pronto contestaré el especial 12k aunque ya somos 14k ¡GRACIAS POR ESO!

Los amo ♡

Familia Revoltosa (KageHina)  [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora