— ¡para! — exclamó el chico en un quejido de dolor, pues la insoportable Mxd le cambiaba las vendas de la cabeza. Y las apretaba demasiado.
Mxd: — si no te quedas callado, te voy a pegar en la herida.
— herida que fue hecha mor TÚ culpa. Si me hubieras dicho que había algo detrás mío mientras cogia las yerbas...
Mxd: — tsk — lo golpeó
— ¡¡auch!!