Roma-ntico

Nimerzai

Capitulo 001: El cazador.

De haber tenido que adivinarlo, hubiera dicho que simplemente algo no estaba bien conmigo. Quizás hubiera agregado algo como "simplemente es complicado", pero no podría explicarlo con exactitud. He sido así desde que tengo memoria y, aunque no lo entiendo del todo, debo admitir que no es algo que me preocupe tampoco.

–Entonces haces coseno del ángulo, que en este caso es 37 y lo despejar para obtener X. –termino mi explicación levantando la mirada para comprobar si mi amiga entendió la resolución del problema. Al notar que ni siquiera me estaba mirando le digo en tono de reproche: – Oye, Suzie, ¿siquiera me estás escuchando?

– ¿Qué dijiste? –pregunta tranquilamente como si no le acabará de explicar durante veinte minutos un estúpido ejercicio de matemática que había estado en el examen.

Agarro el cuaderno que estaba apoyado en la mesa y le doy un pequeño golpe en la cabeza; a lo que ella se queja.

–Por lo menos podrías prestarme atención. –la regaño nuevamente mientras ella se ríe nerviosa y cubre el lugar donde la golpee anteriormente. –Sabía que no era buena idea venir a estudiar al patio.

–Pero no es como si importara entender matemática a este punto. ¡Finalmente terminaron los exámenes! –grita mi mejor amiga, Suzie tirando un montón de papeles con cálculos mientras da pequeños saltitos de felicidad. – No más estudios, ni tareas, ni noches desvelándonos.

–Habla por ti. –carcajeándome ligeramente al recordar que la única razón por la que no estuve durmiendo todas estas noches fue porque Suzie necesitaba un milagro; y para eso estoy yo. – La única razón por la que me desvelaba es porque me pediste que te explicara TODO un año de matemática.

–Oh, vamos, lo haces sonar como si no te gustara mi compañía. –bromea Suzie mientras me da un pequeño codazo en la costilla. – Tienes que admitir, que te hago la vida más divertida.

–Considerando que no tengo nada mejor que hacer que pasar tiempo contigo, supongo que tienes razón. –le sigo la broma. – Pero necesito que me repitas de nuevo por qué diablos estamos haciendo esto en el patio.

– ¿Cómo que "por qué"? –inquiere haciéndose la inocente al tiempo que estira sus brazos y comienza a dar vueltas como una niña pequeña. – ¡Es un hermoso día de primavera, deberíamos aprovecharlo al máximo!

– ¿Pero de qué estás hablando? –prácticamente le grito preguntándome si no está bromeando. – Primero que nada, estamos en pleno invierno. Segundo, hace un frío de puta madre que me está congelando hasta las orejas. –comento mientras toco las puntas de estás notando que están heladas y, seguramente, rojas como dos tomates. Agradezco que mi cabello largo las oculte. – Y por último, sé que estamos aquí para que puedas ver al equipo de Football entrenar.

– ¿Y eso está mal? –pregunta sin prestarme atención ya que está muy ocupada mirando al campo de juego; más específicamente, a un jugador.

–Cuando me pides a mí que te haga de profesora para enseñarte y me ignoras, sí me parece mal.

Al ver que sigue sin mirarme, vuelvo a golpearla con el cuaderno.

Sigo la mirada de mi amiga hasta donde sus ojos están fijamente posados. Parece que observa al grupo de chicos sudorosos correr desde un extremo de la chancha al otro persiguiendo la pequeña pelota. La verdad, no logro entender del todo por qué le resultan tan atractivos y, sin lugar a dudas, no tengo la menor idea de por qué está tan interesada en un miembro especial del equipo.

Justo en ese momento, un muchacho de cabello marrón y piel pálida pasa frente a mi mirada al tiempo que le roba el balón al jugador. Observo con más atención como maneja la pelota con pies expertos y se las arregla para dirigirse sin problemas hasta el arco enemigo donde, de un golpe preciso, hace una anotación perfecta.