Un cigarro se encendió en la penumbra, mientras el bronceado rostro de Selene se bañaba de una cálida luz rojiza, sus cabellos negros cubrían sus desnudos pechos cayendo encima de ellos como una negra catarata. La delicada espalda, circunscrita por unos delgados brazos tatuados, se hallaba recostada sobre el mueble de cuero en el que hicieron el amor minutos atrás. Dio una profunda inspiración para luego soltar el humo frente a ella, como un velo blanquecino que se iba disipando mientras tamborileaba su vientre bajo el ritmo de la canción que sonaba casi imperceptible. Valentine se hallaba recostada sobre la silla de tatuar, jadeando con los brazos hacia arriba, cruzados detrás de su nuca. Selene no la pudo ver, pero una sonrisa le iluminaba el rostro como si la misma luna la bañara con su velo, con los ojos cerrados se abandonó a esa suave melodía del mar y una tormenta, a esas voces bajas que susurraban un verso maligno. Al cabo de un momento una guitarra eléctrica junto con una batería fueron impregnando a la tormenta de poder, a cada momento se sentía como la lluvia se volvía más profusa a la par que los truenos sonaban con más fuerza.
—I have seen the wrath of the land. Cause I am a real life wolf among the sheep. I was a part of the wrath of the lamb. So I am a part of the wolf...
Selene cerró los ojos y exhaló una gran bocanada de humo, Valentine se levantó del sillón, miró el bronceado cuerpo de su pareja y pasó la lengua sobre sus labios. La vio extasiada, moviendo su cabeza al ritmo de la música, así que caminó despacio hasta estar delante de ella, abrió las piernas y se sentó sobre los muslos de Selene.
—¿Cómo se llama ese grupo? —le dijo al verla abrir los ojos.
—¡Ah, lo siento, déjame cambiarlo! —le respondió, tratando de liberarse de ella.
—Déjalo ahí, me gusta —cogió el cigarro de los dedos de aquella y lo apagó contra la pared, luego botó la colilla atrás, sujetó el cabello negro de su amante y le dio un lento beso, acto seguido la apartó y le habló con una delicada sonrisa—. Quiero conocerte, quiero acompañar tu historia, quiero ser una parte de ti, ser parte cordero, parte lobo. Ser tu cazadora y a la vez tu presa.
Los negros ojos de la una se entrelazaron con los jade de la otra, el pálido y terso terreno de piel de la uno comenzó a ser labrado por los dedos bronceados de la otra, los cabellos se mezclaron y la música comenzó a ser aún más fuerte. Ambos labios se juntaron, ambos alientos se convirtieron en uno.
—Te amo —le susurró jadeando Selene.
Ella sujetó las manos de Valentine y la tumbó sobre el sillón, luego sujetó ambas muñecas con su mano izquierda mientras con la derecha sujetó el pecho de su amante, sintió la tersa piel, la blanda pero firme esencia de éste. Pasó el dedo índice sobre el pezón, masajeándolo mientras se ponía erecto, bajó la mano acariciando las costillas, la cintura y se internó por la espalda baja. Le sonrió nerviosa y la besó con furia, con un volcán estallando en su interior a la par que le levantaba la espalda baja y pegaba su cuerpo en contra de ella. Los labios negros se humedecieron en los rosados de su devoción, ambas lenguas danzaron como una pareja de tango. Selene dejó caer su espalda baja, los huesos pubianos se encontraron con un golpe suave pero ansioso, un suave gemido escapó de los labios de ambas.
—No sé quién eres ni cómo llegaste aquí —dijo Selene separándose por unos instantes—. Ahora lo único que me interesa es sacar todo lo que tu piel tiene por entregarme.
—¿Qué esperas? —le respondió, con una sonrisa nerviosa.
Selene arrugó el ceño y levantó una ceja, con una mueca graciosa, acto seguido se hundió en el pecho de su pareja. Soltó un gemido lleno de todo el caliente aire que había mantenido en sus pulmones, emitiendo un agradable hálito sobre los pezones rosados de Valentine, la cual por un momento se retorció al sentir una oleada ardiente invadiendo su ser. Aquellas delgadas manos con uñas negras sujetaron los pechos de su pareja, mientras que con los dedos masajeaba alrededor de ellos. Después acercó los labios a los pezones, comenzando a cariñarlos con la lengua, intercalándolos, juntando sus labios entre los pezones, lamiéndolos circularmente para luego apretarlos en un coqueto mordisco. Las pálidas manos de aquella sujetaban la cabeza de ella, dando unos delicados tirones hacia atrás, cuando ya no lograba aguantar el placer la acercaba aún más, como deseando que se funda con ella en su corazón.
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Mientras nos hundimos
RomanceSelene siempre huyó de una maldición, una condena que había portado toda su familia, siempre pensó que por ello no era digna de ser amada, ni siquiera era digna de tener vida. Y así, tantos años vagó sin sentido, hasta que conoció a Valentine, una c...