Épilogue

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Trois ans après

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Han pasado tres años desde aquel encuentro y ninguno de los dos sabía nada del otro. El trabajo del chico pelinegro era agotador, tanto que sentía que estaba perdiendo una parte de sí mismo en cada jornada.

Jamás lo olvidó. Seguía recordando su cabello castaño corto, sus hermosos ojos de tono azulado o verdoso. Aunque, lo que más le dolía era lo que había escuchado de boca del chico rubio en aquella junta. Recordaba perfectamente sus palabras: "Vengo representando a Alonso Villalpando, mi prometido." Esas palabras seguían afectándolo, lo perseguían como una sombra que no lo dejaba respirar. Quería olvidarlo, pero no podía. No podía olvidar a ese ángel.

Hace un año había intentado empezar una relación con alguien más, pero no funcionó. Solo quedaron como amigos.

—Canela, mañana llegan cuatro personas importantes. Necesito que descanses y termines todos los pendientes que tienes. Son urgentes para la junta de mañana. —Una voz gruesa resonó en su oficina.

Lo único que hizo el pelinegro fue soltar un bufido. Estaba tan agotado que pensó en renunciar. Todo en la empresa le resultaba abrumador. Agarró los papeles de su escritorio, su laptop y su portafolio, y salió de la oficina. Se dirigió hacia donde se encontraba la secretaria, Mónica, entregó su gafete y se retiró al estacionamiento.

El trayecto de la empresa a su departamento fue rápido. Al llegar, lo único que hizo fue bañarse, ponerse la pijama y empezar con el trabajo pendiente.

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El día en la empresa fue un caos. La gente corría de un lado a otro, los teléfonos no dejaban de sonar y las impresoras no paraban de trabajar.

—Canela, prepárate. Han llegado. En cinco minutos te quiero en mi oficina. Si tardas, estás despedido. —Su jefe se dirigió a la sala de juntas.

El pelinegro suspiró y, con rapidez, recogió todo lo necesario para la presentación. Salió de su oficina y se dirigió a la sala de juntas, donde comenzó a organizar los papeles y preparar todo para la reunión.

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Diez minutos después, todo estaba listo. Se escuchaban algunas risas fuera de la puerta de cristal. Los señores y señoras de clase alta comenzaban a tomar asiento. Todo estaba preparado. Después de unos segundos, alguien tocó la puerta.

El pelinegro fue hacia la puerta, la abrió, y en ese momento, todo se detuvo. Su respiración se cortó, sus ojos se agrandaron y su boca formó un pequeño círculo.

—Alonso... —susurró.

—Hola —respondió él con una pequeña sonrisa.

—Canela, deja pasar al pobre chico, solo estás estorbando.

Ese momento de tensión se disipó, y el pelinegro rodó los ojos, lo que hizo que el chico más joven soltará una pequeña risa.

—Adelante.

—Mucho gusto, soy Alonso Villalpando. Soy el nuevo jefe de Villalpando's Company. Mi padre no pudo asistir, pero estoy aquí para representarlo. —Sonrió con seguridad.

—Bienvenido, joven Alonso. Toma asiento, por favor.

—Gracias, director.

—Bueno, empecemos con esta junta. —El pelinegro juntó sus manos, haciendo un pequeño sonido.

¿Que es el amor? | jalonsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora