3 •Está bien•

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Como dije que la historia iba a ser distinta, eso será, cambiaré muchas cosas y agregaré y quitaré cosas, sugerencias y comentarios siempre abiertos.







Marinette era distinta. No solo por ser una chica la bestia la había dejado quedarse. Pudo ver como ella era distinta. Sus ojos lo veían casi todo, quizá, ella podría ver al ser humano que a veces se convertía completamente en una bestia, de cuala sólo tenía la apariencia.

Pero Chat Noir había caído hace años en la desesperación. En su mente egoísta, a pesar de no haber sido criado desde el principio así, no era posible cambiar, ni siquiera por sus sirvientes, que le fueron fieles en todo momento, mucho menos por la chica.

La bestia, desesperada por oportunidades tocó a la puerta de la chica, está se sobresaltó un poco, pero estaba dispuesta a escuchar lo que quien quiera que fuera al otro de la puerta dijera. Y para su sorpresa era la bestia.

Ella debía recordar que se cambió por su padre, entonces no estaba secuestrada, pues prometió quedarse, aunque la bestia le recordara que estaba prohibido salir.

-¿Vas a bajar a cenar?- preguntó la Bestia, sin ningún tacto alguno, cosa que notaron los sirvientes, quienes trataban de controlar la situación y la conversación que tenían los dos protagonistas.

-No lo creo.

Los sirvientes empezaron a preocuparse. Intentaron hablar primero con la bestia, pidiéndole tacto.

-Me harías el favor de acompañarme a cenar-, y después de un regaño por la tetera, añadió. ¿Por favor?

-No - finalizó Mari, los sirvientes después de soportar el gruñido y salida dramática de su amo, hablaron con la chica.

-Linda, el amo no es tan malo como parece, deberías bajar con él, al menos intentarlo- comentó el ropero.

-Es verdad, además, el amo dijo que no cenarias si no es...- fue interrumpido por la tetera quien completó la información - no hemos tenido visitas en mucho tiempo, nos alegraría mucho a todos que bajaras a cenar, por nosotros, por lo pronto, si deseas, no lo hagas tanto por él.

- Aunque él también merece una oportunidad, como todos - dijo el objetivo con una vela en la cabeza una vez que pudo hablar sin la mirada asesina de su amiga y compañera.

- Está bien, gracias- accedió por fin la chica después de pensarlo un rato, y sonrió con tristeza con su padre aún en mente.

Tan pronto como dijo eso la chica los sirvientes corrieron unos a cocinar y otros a hablar con el amo.

Mientras los sirvientes en la cocina cantaban y bailaban con Marinette, el reloj y el gracioso chico de las flamas fueron con el amo.

-Ella está abajo, lista para cenar. Vamos señor, sonría y baje - le animaron.

- Ella no quiere verme, bajó por ustedes - dijo mirando el espejo mágico con el que había obtenido esa información.

- Pues aproveche esa oportunidad, baje y sorprendala, señor - dijo con un salto el reloj.

- ¿Y qué hago? ¿Qué debo decirle? ¿Y si se va y me quedo así para siempre?

- Pero señor, - intervino Lumiere - si quiere romper el hechizo debe de intentarlo, ella debe de...

- ¡Lo sé! ¡Yo soy el que tiene el hechizo! - el amo empezó a alterarse pero con la respuesta del objeto con flamas, se detuvo.

-Nosotros también estamos hechizados, si lo recuerda, no abandonemos nunca el castillo, así que - dijo firme - usted bajará a cenar con la bella dama y será amable.

La bestia bufó pero salió de la habitación camino a la mesa.

Una vez sentados frente a frente, con el notable ceño fruncido de la bestia que fue cambiado al escuchar el regaño de la tetera, fue cambiado por una sonrisa un tanto forzada, que hizo reír a Marinette por lo bajo, el rubio estaba a punto de cambiar de ánimo a la tristeza que posteriormente desataría una furia, pero la chica suavizó su sonrisa por una con una pizca de tristeza que se filtró sin que el amo se diera cuenta.

Ver a la chica reír aunque fuera un poco y por lo bajo, hacía que el propietario del castillo estuviera por unos instantes en paz.

Ambos eligieron su cena sin mirarse demasiado.

Cuando la bestia y sus sirvientes estaban distraídos hablando y a veces discutiendo, siendo mediados por la señora Potss, la oportuna tetera, la de cabello azabache se despidió y salió rumbo a su habitación.

Cuando subía las escaleras al ala correspondiente a su habitación, escucho a la bestia desde la cocina, no entendía que decían, pero eso hizo que recordara que el ala este estaba prohibida, y su curiosidad la traicionó.

Con el corazón latiendo a mil por segundo pero caminando sigilosamente se dirigió hacia la habitación prohibida.










La Bella Y La Bestia [ Miraculous Ladybug ] MarichatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora