Capítulo 1: El atraco

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Hoy no tengo que ir a trabajar, tengo día libre. ¿Qué de que trabajo? Ayudo en un Centro de Ayuda para Personas de Tercera Edad, o residencia como queráis llamarlo vosotros. El caso es, que como no tengo que ir a trabajar he decidido que esta mañana acompañaré a mis padres al banco, que van a pedir un préstamo para un viaje que tenemos previsto hacer los cuatro. La cuarta persona es Ava, mi hermana de quince años.

Hemos llegado al banco, no hay más que tres personas, así que supongo que no tardaremos mucho en volver a casa.

Ya está todo hecho, ya es hora de volver, tan solo nos faltan unos pasos para cruzar la puerta y salir del banco.

-Espera Vicky, he de ir al baño -dice mi madre. Mi padre se sienta en un sillón a esperar.

-Yo saldré fuera a esperar -contesto y me dirijo a la puerta.

Cuando voy a salir, empuja la puerta un chico, que sera de mi edad, es realmente atractivo. Detrás suyo van dos chicos más, estos parecen mayores que él. En cuanto ellos han entrado, he salido al exterior.

En tan solo un segundo, me he dado cuenta del frío que hace, y creo que lo mejor será esperar dentro del banco, donde hará menos frío.

Entro, y apenas he dado un paso hacia mi padre, cuando de repente escucho un grito que ordena que nos tiremos al suelo. Obedezco, me tumbo en el suelo y me arrastro hasta mi padre, que me abraza para calmarme.

Son los tres chicos que acaban de entrar. Tienen pistolas en sus manos y sus rostro han cambiado, ya no parecen tan agradables, y muestran furia y seriedad.

-¡Que nadie se mueva o le vuelo la puta cabeza en menos de un segundo! -grita el que parece más agresivo.

En ese momento mi madre sale del baño, que no tiene ni idea de nada.

La reacción de mi madre ha sido pegar un grito, algo que ha asustado a uno de los chicos y del mismo susto, aprieta el gatillo, dejando ir una bala que en décimas de segundo ya ha atravesado el pecho de mi madre. Herida, cae al suelo, y empieza a llorar en silencio, tapándose con una de sus manos el orificio de la bala para intentar impedir el desangrado.

No se si es lo más correcto que debía hacer, pero me levanto y corro hacia ella, a pesar de la orden de los atracadores de permanecer en el suelo. Mientras corro, el chico del que me he fijado antes, corre hacia mi, y me agarra del brazo. Temí en ese momento, pero lo único que hizo, fue mirarme fijamente a los ojos, al cabo de unos segundos se decidió a hablar.

-Siéntate ahora mismo- dice susurrándome fríamente

-Es mi madre- digo con un voz rota y entre lágrimas.

En ese momento se hizo el silencio. El chico suspiró.

-Corre, ayúdala- dice él de forma comprensiva

Realmente estoy muy sorprendida, quizás a pesar de ser lo que es tiene corazón, pero no tengo tiempo de pensar en eso. Llego hasta mi madre y le cojo una mano a la misma vez que la abrazo entre llantos.

-Que marica eres Connor- le dice uno de los mayores al joven.

-No digas mi nombre puto gilipollas, además porque disparas, ¿que coño se te ha pasado por la mente?

-Me he asustado nada más

-¿Nada más? ¿Te das cuenta de lo que dices? Has venido a atracar un banco y te asustas porque grita una mujer?

En ese momento dejo de oír el resto de la conversación, ya que me pierdo en mis llantos, y pensamientos negativos mientras aprieto fuertemente la mano de mi madre.

-Mamá....-digo llorando y con la cabeza pegada a su pecho.

Pero lamentablemente me doy cuenta de que no responderá.

En ese mismo instante rompo a llorar y a chillar.

Mi padre roto por dentro se levanta de golpe y comienza a lanzarles insultos a los atracadores, lleno de ira.

Uno de ellos muy ofendido se acerca a mi padre y comienza a golpearle con la pistola en la cabeza.

-¡Noo! ¡Papaaa!-grito y corro hacia ellos para intentar ayudarle, en lo que un hombre que había en el suelo me agarra y me dice que me siente, que sería peligroso acercarme y eso enfadaría más al atracador.

-¡Papaaaaaaa!-

El hombre intenta que me tranquilice para que no me acerque. En cuanto el agresor ve a mi padre ya inconsciente para y deja el cuerpo de mi padre ahí tirado para reunirse con sus compañeros.

No puedo dejar de temblar, mi respiración no funciona bien y mi pulso está muy acelerado, no puedo dejar de llorar. No se que pasará, o que nos pasará. Los tres chicos tan sólo hablan entre ellos y no hacen nada más que eso, hablar.

Acaban de matar a una persona o tal vez a dos ni siquiera lo se, y lo único que hacen es hablar.

El tiempo pasa, llevamos ahí tirados como veinte minutos y no pasa nada, no viene la policía, no vienen ambulancias. No se oye nada en la calle, está totalmente desierta, no se que pasa en el exterior, solo se que estoy encerrada y amenazada de muerte en mitad de un banco con tres locos, tres rehenes, el cadáver de mi madre, y el cuerpo de mi padre.

Lo único que deseo en este momento es poder acercarme a mi padre, tan solo quiero saber si me he convertido oficialmente en huérfana en cuestión de cinco minutos.

-¿Cuánto rato más estaremos así?- pregunta un hombre que se veía muy afectado por todo lo sucedido

-Tu como no te calles no mucho más- amenazó el hombre que había matado a mi madre y atacado a mi padre

-Te crees muy valiente por tener un arma, seguro que sin ella no eres nada, realmente eres patético- digo con asco al hombre

-Tú también pareces muy valiente, lo mismo te pego un tiro en este momento- responde el amenazante

-Y lo mismo yo te parto la boca de una puta vez, así dejarás de hablar- contestó el más joven

-¿Se puede saber que te pasa Connor?

-Tú. Que no paras de cagarla, me tienes un poco harto, siempre haces lo que quieres, tienes tan poco cerebro que no puedes ni seguir un puto plan Fran.

En cuanto el otro se ha dispuesto a contestar se ha empezado a escuchar la sirena de un coche de policía, algo que ha alterado mucho a todos.

Uno de los rehenes muy nervioso se ha levantado y a empezado a correr hacia la puerta de salida. Pero antes de poder llegar a ella ha recibido un tiro en la cabeza de el único atracador del que no sabemos el nombre.

Lo único que se me ocurre en este momento es que voy a morir, se me pasan muchas cosas por la cabeza, quizás no he sido del todo feliz en mi vida, moriré joven y mis últimos recuerdos serán el ver morir a tres personas entre ellas mis padres.

La vista se me empieza a nublar y me siento mareada.

Empieza ha haber mucho movimiento en el banco, pero no se que esta pasando, no puedo ver ni oír nada, quizás por los nervios.

De la nada aparece una mano que me agarra y me levanta, llevándome rápidamente hacia algún lado. No se quien es, donde me lleva ni para que. Pero tampoco tengo fuerzas para resistirme a ser arrastrada a Dios sabe donde. Quizás lo mejor será salir de allí.

Paramos en un lugar donde ya no se oye nada y la persona misteriosa me apoya en la pared, me ayuda a sentarme en el suelo. Me agarra de ambas manos suavemente y me deslizo lentamente hasta el suelo, donde me suelta las manos sobre mis piernas.

Al cabo de pocos segundos empiezo a ver más claramente lo que me rodea. Lo único que veo es oscuridad y enfrente de mi esta aquel chico, Connor. Él me sonríe, aunque tiene cara de preocupado.

No sé dónde estarán los demás atracadores y los demás rehenes. Tampoco sé como hemos salido, ni porque Connor me ha llevado con él, a pesar de ser un criminal, no parece que tenga malas intenciones conmigo, ya que ha sido amable y me ha defendido ante su "amigo". Pero eso da igual, es cómplice del asesinato de mis padres, y eso no se le perdona a nadie por muy majo que sea. En ese momento, no doy para más, no tengo fuerzas y me desmayo.

Síndrome de EstocolmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora