Capítulo Único.

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Desde la mesa más alejada de la fiesta, Yuri miraba todo con infinito fastidio.

No podía comprender, o al menos no lo quería, el por qué aquellos dos se comportaban como unos idiotas cuando estaban uno cerca del otro. Era ridículo, inimaginable, ni siquiera podía soportarlo.

Bufó luego de beber un gran trago de vodka, provocando escozor en su garganta al pasarlo sin respirar.

Dejó el vaso con fuerza sobre la mesa, a su lado Minami le regaló una radiante sonrisa mientras se permitía el atrevimiento de palmarle la espalda un par de veces.

-Tranquilo, hombre, estas cosas pasan—Comentó bebiendo un poco de su propio vaso—Ya se curarán las heridas de un amor no correspond... ¡Oye!

Yuri estampó su porción de pastel en la boca del muchacho, haciéndolo callar casi al instante.

-Deja de decir cosas asquerosas, imbécil.

Minami limpió los residuos del pastel en su cara con una servilleta de papel, mirando con cierto recelo al rubio que aún apretaba la mandíbula tras lo dicho. Era con intenciones de molestarlo, pero no esperaba aquella reacción de su parte.

- ¿Por qué has pasado tan amargado durante toda la fiesta? — Preguntó más serio, olvidándose de aquel molesto "incidente" con el pastel—Es la fiesta de Viktor y Yuuri ¿Por qué amargarte tanto por su felicidad?

-No me amarga que sean felices—Murmuró entre dientes, moviendo las manos de sus muslos a la mesa para rodear el vaso vacío con ambas y mirar en dirección indefinida, evadiendo las sonrisas que brindaban a todo el mundo el par de enamorados—Es solo que noto ridículo todo en ellos. En especial como actúan. ¡¿Qué demonios ocurre con todo el color rosa que los rodea?!

Hizo aspavientos al entorno de Yuuri, donde metafóricamente, existía un tono rosa y flores rodeándolos a ambos, que sonreían a más no poder.

Minami fijó también su mirada en ellos y sonrió. Por el contrario de Yuri, el actuar de ambos patinadores le resultaba relajante, su dosis de felicidad diaria o semanal. Algo que lo rejuvenecía apenas fijaba su atención en esos pequeños detalles dados el uno al otro.

No lo veía como una molestia, porque él comprendía el concepto de las almas gemelas y el hilo rojo del destino.

-Es que ellos son el destino del otro—Murmuró sin dejar de verlos y alzando una mano cuando Yuuri saludó en dirección a ellos—Anda, saluda un poco. Quita esa cara, Yuri.

Yuri hizo un gesto apenas notable con las manos, Yuuri y Viktor sonrieron antes de continuar con el baile en compañía de más personas.

La música era sonora, las tablas del salón común en el Osen familiar Yu-Topia resonaban con cada paso dado por los invitados. Aunque no llevasen zapatos, el retumbar era igual o más notorio, y eso molestaba al ruso.

-No creo en el destino, nunca creí en eso. Son puros cuentos de hadas.

Minami quitó su sonrisa para mostrar un gesto de seriedad que le daba a entender que no le sorprendían esas palabras.

-¿Por qué no creer en algo que muchas veces podemos ver? Metafóricamente hablando.

-¿Verlo? Por favor, cada día hay variedad de divorcios en todo el mundo. No puedes hablar de destinados cuando ni siquiera saben escoger sus parejas. Eso, no es, destino—Afirmó entrecortando cada palabra con un golpe de su mano a la mesa—¡Y que me lo venga a decir un unicornio para creerle!

Minami rió a viva voz por la ocurrencia de Yuri, dejó de lado su vaso y se acomodó frente al rubio, limpiando un poco el sudor de su frente. Tantas personas en un lugar algo pequeño provocaba cierta incomodidad que él decidía ignorar por respeto a la familia de su amigo.

Souls [ONE-SHOT]Where stories live. Discover now