Three Noises: Voice, Honesty and Shame.

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<[ De Umi ajustando su auricular para poder oír mejor, y su novia Kotori quien creyendo que no la escucha, le dice lo mucho qué la ama. De una relación más que oficializada gracias a Umi y su familia, y la chica de pelo azul con un problema de audición a una edad tan joven como son los 16. La voz de Kotori le sale del corazón. Es lo qué Umi quiere oír ]>

Three Noises: Voice, Honesty and Shame.

Las tres de la tarde, el almuerzo ya ha pasado hace no mucho y el Dojo es ocupado por tan solo dos personas. El ambiente tranquilo era opacado por la tarde calurosa y el cantar de los pájaros terminaba con el silencio de forma inconsciente.

Kotori se encuentra sentada sobre sus rodillas y observa a la chica de pelo azul, quien baja su arco y lo deja a un lado dando por terminado su entrenamiento diario. Se deja caer al suelo de madera, y con un suspiro se seca el acumulado sudor de la frente que la hace sentir incómoda.

Su novia sonríe al verla.

Los días son tranquilos y silenciosos desde hace un tiempo, pero Kotori no siente la necesidad de quejarse, le gusta así. Poder estar cómodas tan solo sintiendo la fuerte presencia de la otra, era suficiente para ambas.

Mientras Umi lleva la mano a su oreja con una expresión de molestia que la de pelo gris ya se acostumbro a ver, no puede evitar recordar y remotarse a cuando eran pequeñas. Pensar que esa niña linda y tímida que vio cuando estaba en el parque, como cualquier otra tarde, se volviera una pieza esencial en su vida, que ambas se complementarían de forma tan perfecta que llegaba a asustarla.

Cuando cumplieron los diez años, Umi empezó a dejar de escuchar progresivamente. Recordaba como al principio tendría que repetirle las palabras unas dos veces de más, cosa que no le molestaba en lo absoluto, para que la otra pudiese entender.

Pero pronto se dieron cuenta de que era algo más, y vuelta a la actualidad su novia debía de usar un aparato auditivo. Su corazón dolía el rememorar esos momentos en donde aquella chica tan buena con todo el mundo luchó con deseos de acabar con todo, y en la oscuridad de su habitación, cuando sus padres hacían lo posible por ayudar, era ella la única con la que se abría.

Después de verla pasar con cosas que no debía, su corazón se encogía cada vez que sonreía y daba una mínima muestra de felicidad. Como aquellas veces en soledad que se permitía soltar una carcajada, o cuando la veía tomar la inciativa aún si solo se trataba de unas palabras cariñosas.

Las puertas corredoras se abren y atraen su intención. Ve a la madre de su novia con una bandeja de plata en sus manos, acercándose a ellas con una sonrisa amable en su cansado rostro.

Le sonríe de vuelta y susurra un "gracias" casi inaudible a la vez que recibe la bandeja con dos tés y pequeños bocadillos encima. La deja en el suelo y ve a Umi saltar en su sitio al recibir un beso en la frente de parte de su madre.

Ni siquiera la escuchó entrar.

Las ve darse un pequeño abrazo antes de que la mayor salga de la habitación tal cual como entró. Umi toma la taza y da un sorbo largo que hace que sus hombros bajen, y se vea más relajada.

Casi como si lo necesitara, suspira envolviendo sus manos en el confortable calor de la taza que recorre cada esquina de su cuerpo, dándole leves escalofríos y la sensación de calor. El entrenamiento siempre la deja hambrienta, por lo que para Kotori no es sorpresa verla llevar un bocadillo a sus labios y saborearlo dejando caer su cabeza hacía un costado, con la melena tocando el piso y dejándole ver su nuca.

La de ojos miel solo sonríe desbordada de ternura y un amor tan incondicional y poderoso que ni siquiera es capaz de entenderlo. Aún si se trata de sus propios sentimiento, lo ve incontrolable y fuera de su alcance.

Se mueve silenciosamente, deslizándose por la madera hasta llegar junto a ella. Gracias a los ojos cerrados, puede apreciar las pestañas largas que cubren esos hermosos ojos miel que pueden dejarla en un trance inexplicable. Sus rosados labios en punta se ven y sienten suaves, con un sabor a cereza que la hace adicta más que a cualquier otra cosa que haya probado antes.

En toda su vida.

Jamás encontró a alguien así, y a pesar de su corta edad, sentía que nadie más existiría para ella. Con un apego fuerte y un sonrojo extendiéndose hasta alcanzar la punta sus orejas, toma su mano y siente el contacto caliente mientras que junta la yema de sus dedos, sintiendo un picor por la vergüenza en la misma zona.

Quizás por acto reflejo o costumbre, Umi entrelaza sus dedos sin mover otra parte de su cuerpo. Sin parecer darse cuenta, a causado qur Kotori se sienta aún más tímida.

Antes de poder emitir palabra, ve a su contraria abrir los ojos por tan solo un segundo y sonreírle manteniendo el contacto visual. Umi vuelve a dar un sorbo largo, ignorando todo a su alrededor.

Kotori toma un mechón azul y lo pone detrás de su oreja. Imprudente y sin percatarse de que la mano de Umi se retiraba de la zona, habiendo arreglado el aparato y pudiendo oír claramente el cantar de los pajaros y el viento haciendo a las hojas chocar entre sí.

  —Te amo.

En esa frase común y sencilla, se perdió la consciencia y los latidos de Umi. Su corazón se congeló, al igual que su respiración y el tiempo, por lo que le pareció una eternidad hasta que sintió como volvían todos al mismo tiempo golpeándola más fuerte que en toda su vida.

Puede sentir el calor centrándose en su rostro y reacciona en cuestión de segundos. Agresiva y sorprendida al mismo tiempo, la mira fijamente con sorpresa a la vez que se aleja y esconde la cara entre las manos.

Kotori se exalta al cabo de unos instantes sin respuesta. ¿había echo algo malo?, sintió pánico, quizás se apresuró demasiado y no escogió bien las palabras.

Umi podía ser dolorosamente realista, ¿que tal si sus sentimientos no eran igual de intensos? De ser así, ¿la estaría obligando a sentir o decir algo que no sentía? Las dudas la invadían, la inseguridad y el miedo la empezó a invadir a una velocidad que no había descubierto hasta ese entonces.

Un sentimiento doloroso y dos gargantas secas. Las mismas que buscaban las palabras, queriendo poder encontrar la respuesta de su sentir que no hallaron en toda su vida, en menos de un minuto.

Improbable por no decir imposible. Kotori ya siente el arrepentimiento arrastrarla, y se siente obligada a emitir la respectiva disculpa, rogando secretamente el no haber arruinado todos esos años —Umi-Chan, perdón... Yo no qui-.

  —... Yo también.

El desconcierto la inunda, escucha atenta con la mente en blanco.

  —Yo también... Te amo.

Las palabras dichas con lentitud y dificultad hicieron que se sintiera conmovida. Consciente de lo difícil que era para ella hablar, la risa surge desde el fondo de su corazón y el momento y respuesta inesperada la hacen no aguantar.

Se acerca y la hace recostarse sobre su regazo. Besándole la nuca, dice todo lo que no se atrevía. Desde su mente hasta su corazón, pasando por su alma y acabando en sus latidos fuertes que opacaban cualquier otro sonido, incluido el de su propia voz.

Umi cierra los ojos fuertemente, y se aferra a ella escondiéndose.

Sabiendo que puede apoyarse allí todo lo que necesite.




🌻🌵🌻

Ta-da!
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