El suave tintineo de las llaves hizo que Vincent, el travieso poodle, se precipitara desde su camita hasta la entrada del departamento. El pequeñin se apoyó en sus patas traseras y comenzó a ladrar a la puerta, por la que apareció Jimin, con los ojos cansados y la mochila casi en los pies.
—Vincent bebito~—Jimin sonrío al pequeño canino con ternura, para luego agacharse a acariciar su cabeza. El inquieto ser movía la colita con alegría por las caricias y también, por un olor proveniente del bolso de su dueño. Que vaya resultaba atractivo.
—Si, si, te traje algo, niño—Metió su mano en el bolsillo externo de la mochila y sacó una pequeña bolsa marrón llena de croquetas artesanales. Colocó un par en su mano, el poodle las tomó entre sus dientes y con una arrogancia chistosa se alejó hasta la esquina para comérselas tranquilamente.
—¿Y para mi que hay?—se levantó de su sitio y desde la cocina, Yoongi le observaba con ojos dulces sobre sus gafas redondas, sosteniendo una taza de café. Se veía lindo, tenía el suéter de cuadros que le había regalado de navidad, y su cabello negro estaba recién lavado.
—Un besito, ¿Te parece?
—¿Por qué no dos?
—Bueno... pero tú me das otro, ¿si? —respondió sonriendo coqueto el chico rubio, abrazándole y posando los labios en los de su pareja.
Hubo más de cuatro besos, como era de esperarse. Con tanta pasión y cariño que sentían uno por el otro, les era casi imposible resistirse a un besito más, a la dulzura natural de los labios y a los mordiscos amorosos que se proveían. No importaba que tuvieran ya seis años juntos, dos viviendo en el mismo departamento, cada vez que se besaban lo hacían con tanto detalle, que revivían su primer beso todos los días. Se daban el tiempo de recordarse con ese roce, lo mucho que se amaban.
—¿A qué hora llegaste?
—No hace más de una hora, realmente—bufó para darle un sorbo al café—recién me bañe y tengo que corregir.
—¿Corregir?—Jimin volteó los ojos— Pero si ayer corregiste Yoon ah—la expresión del menor se volvió lastimera.
—Bebé, no sólo doy clase a un salón, doy a cinco—acarició su mejilla— Además es temporada de exámenes, y tengo que releer parte de La Metamorfosis para la clase de mañana, porque no recuerdo mucho de esa novela, sólo que era bastante mórbido tod—
—Lo sé cielo, yo también la he leído—Interrumpió en una voz triste—P-pero, me habías prometido que veríamos el maratón de las princesas Disney—bajó la cabeza y sacó del bolsillo de la sudadera, un CD envuelto en plástico que ponía la fecha de ese día y un corazón—¿Lo olvidaste?
—Oh... mierda—Yoongi frotó su frente, realmente frustrado—Minnie, en verdad lo siento, hay muchas cosas, y...
—Ay, ¡Siempre es lo mismo!—Chilló el menor molesto, haciendo brincar a Yoongi en su lugar—El lunes de la semana pasada me dejaste con los macarrones especiales hechos del almuerzo ¡P-porque no avisaste que no venías a comer!—tomó aire—El otro miércoles me dijiste que terminarías rápido para pasar un rato juntos y al final ¡Y-yo me quede dormido esperando por ti!...y...y—Jimin resopló al borde de las lágrimas.
—Bebé... y-yo
—Siempre que tengo un rato libre en la universidad, ¡Siempre! Quiero estar contigo y...no se que pasa ahora q-que...¡Olvidas que existo! Y ah—el menor se quedó en silencio por unos segundos y bajó la cabeza—Te extraño, extraño pasar tiempo contigo, siento que últimamente ya no hacemos nada, y ya hasta olvidas mis propuestas.
Yoongi estaba estupefacto, y era incapaz de hablar. Se sentía mal, su nuevo trabajo se había vuelto bastante absorbente, tenia muchas cosas que hacer y realmente quería esmerarse en ser un buen profesor. Pero al parecer había perdido un poco el balance de sus cosas, y ahora tenía a un Jimin muy molesto en frente.