—Mamá, ¿por qué no puedo ir con Kikyō?
Los ojos amables y maternos de la mujer que le sostenía de la mano le miraron, sonrió antes de detenerse y ponerse de cuclillas para estar a la altura de su hija.
—Porque tu hermana tiene que aprender a controlar sus poderes —explicó con dulzura, acariciando los cabellos azabaches tan parecidos a los suyos—, y tú no porque no tienes así que me ayudaras con la casa.
La infante hizo un puchero haciendo reír a su madre, envolvió sus brazos alrededor de la figura menuda y pequeña; le dio un beso en la coronilla.
—Mamá, mamá.
La mujer se levantó, con su hija en brazos, al oír otra voz llamarle; una niña venía corriendo a su encuentro y detrás de ella un hombre intentaba detenerle, le sonrió a su esposo.
—Hermana —canturreó al ver a Kikyō, se removió para poder soltarse.
Naomi dejó a la niña en el suelo, rió al ver a Kikyō intentar no caer después de que la menor se colgara de su cuello.
—¡Kagome suelta!
—¡No!
Sosuke llegó cansado de perseguir a Kikyō, Naomi le recibió con un suave beso que respondió gustoso para seguidamente concentrarse en sus hijas, ambas tan parecidas pero tan diferentes a la vez; el hombre checó su reloj pronto sería medianoche y la menor cumpliría sus 8 años.
—Es cansado esperar todos los años a que den la medianoche —murmuró el hombre.
—A tus hijas les encanta, después de todo a pesar de ser gemelas nacieron en días diferentes.
—Sólo fueron por unos 2 minutos —replicó acariciando la cadera de la mujer.
Ella se encogió de hombros.
—Pero esos dos minutos bastaron para que Kagome naciera el 8 y no el 7 como Kikyō.
—De acuerdo —musitó antes de dirigirse a las niñas—. ¡Niñas ya van a dar las 12, acérquense!
—¡Sí! —exclamaron al mismo tiempo.
Las dos corrieron hacia sus padres, el tiempo corría, el minutero dio las 12 y todo se volvió rojo...
Un hermoso color rojo.
Rojo sangre.
—¡Kagome huye!
—¡Ah!
Una joven se reincorporó bruscamente de su cama, sudaba y jadeaba fuerte, tenía la necesidad de devolver lo que fuese que tuviera en el estómago; sus pies tocaron el suelo frío al levantarse para ir al baño, necesitaba refrescarse.
El agua corría entre sus manos antes de acabar en su rostro, la voz de su madre resonaba con fuerza en su mente una y otra vez, aún no podía recordar con certeza que fue lo que sucedió esa noche, sólo tenía recuerdos difusos; odiaba sentirse confundida.
Al salir del baño reparó en la hora, era temprano, tal vez iría a tranquilizarse en el Goshinboku porque no podría volver a dormir con esos gritos resonando en su mente.
*&Kagome&*
Sesshōmaru recorría los jardines sin prisa, era demasiado temprano pero no le preocupaba, levantarse al alba es costumbre, llegó al límite de su academia pero le sorprendió encontrar a una mujer humana recostada en el Goshinboku, no creía que alguien se levantara a esas horas pero sobretodo que una mujer se acercara tanto al límite de la academia.