FRENTE A LA TEMPESTAD.

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¿Y cuánta verdad hay en el más allá?
Esperando la locura de aquel que aún no durmió.
Y cuando te vas: espumas de sal
recordándome la desesperanza de tu voz.
Si la brisa aún lleva el aroma a desvelo
que se desprende por la calles acaecidas.
Aún cuando el arpegio de las cuerdas
me recuerde que no debo estar aquí.
Simplemente no debería estar aquí.

Sin recelo por la desazón de sucumbir.
Las tinieblas se han despertado de su sueño
y hoy quieren rememorar su clamor.
Hoy desean resolver su temor, su temblor.
Espinado y castigado por el dolor de la lujuria.
Deshidratado por la ira del amor, del odio.
Temiendo el devenir de algo que no hace falta,
esperando el devenir de algo que ya es.
Simplemente no debería estar así.

Y sin embargo espero, como en los poemas
inmortales de heridas siniestras que mueren
en las encrucijadas de las letras sin decir;
en las batallas de las palabras por venir.
Escupiendo la sangre que tiñó mi naufragio
por la espera del viento a favor del sur.
Sus ojos se volvieron contra ti
y tu no supiste cómo reaccionar.
Simplemente no deberías haber estado allí.

Aún cuando la caída se hace prolongada
yo caí en tus huesos repletos de coronas
que gobernaban tu oscuridad, tu temor;
aquel que me volvió a dejar como a ti.
Sin embargo, parado ante la tempestad,
ante la lluvia que no ha de cesar jamás.
A través de la mirada se demuestra el dolor.
En las lágrimas busqué los labios de hielo.
Y sin embargo, yo sabía que debía estar aquí…

Sentimientos DesoladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora