El torneo que no les importo -TsukiYama-

Capítulo 1: Selección

Desde siempre Hogwarts se había caracterizado por su forma de enseñar, pero si había algo que definía a los estudiantes dentro del castillo, eso eran las casas. Cada chico que tenía el deleite de entrar a Hogwarts era seleccionado a una de las casas. Podías ser un león, tejón, águila o serpiente, lo que decidiera el sombrero te decía a qué casa le debías lealtad.

Ese año en el grupo de chicos que venían había un grupo de cuatro muchachos que destacaba por entre los demás, pero sobre todo ese pequeño que llevaba un mechoncito parado mientras escondía su mirada, porque había que aceptarlo, el pequeño tenía miedo.

Yamaguchi Tadashi provenía de una familia donde la mayoría de las personas habían pertenecido a Slytherin o en su menor medida a Revenclaw, y él tenía miedo de no quedar en alguna de las dos casas y ver cómo reaccionarían sus padres cuando se esterasen que su hijo no era ni un poco parecido a ellos. Aun con todo intento entablar una conversación con los tres chicos frente a él. El primero que le hablo fue Hinata Shouyo, un muchacho de cabello anaranjado y ojos cafés que te atrapaban de una forma única. Provenía de una familia sangre pura, sus padres y abuelos habían pertenecido a diferentes casas. Aunque su madre era una Revenclaw y su padre un Slytherin, sus abuelos maternos eran Gryffindor, mientras que los paternos Hufflepuf. Así que quedase donde quedase se sentiría bien.

El segundo era Kageyama Tobio, un chico de cabellos azules y ojos del mismo color. Sus padres también eran sangre pura, pero él venía de una casta muy larga de Gryffindor's o Revenclaw's.

Por ultimo estaba Tsukishima, un chico de cabello rubio y lentes de pasta negra, se veía algo antipático, pero aun así les conto sobre él, sus padres eran mestizos ambos Huffelpuf y tenía un hermano mayor que perteneció a la casa Gryffindor. Todos se sonrieron entre ellos y prometieron seguir hablándose antes de llegar por completo al castillo.

*

Cuando estuvieron allí parados esperando a ser nombrados para quedar alguna casa, se sentían demasiado nerviosos, sobre todo el pequeño Tadashi, pues sentía que de lo dicho por el sombrero marcaría un antes y un después en su familia.

El primero de ellos en ser llamado fue Hinata, quien subió con paso un poco nervioso a la tarima y dejo que el sombrero reposara en su El siguiente en pasar fue Kageyama, quien a pesar de estar nervioso, paso al frente con paso totalmente firme, demostrando la valentía que suponía llevaba en la sangre. Se sentó de forma un poco brusca y apenas el sombrero estuvo en su cabeza grito que ese chico pertenecía a Gryffindor, se sentó junto a Hinata a esperar a que sus nuevos amigos fueran seleccionados.

El sombrero estuvo en su cabeza por unos segundos que le parecieron eternos hasta que se decidió por gritar el nombre de la casa de los leones. El chico salto del piso y se dirigió a la mesa donde un montón de gente le daba la bienvenida.

El tercero fue Tsukishima quien subió con paso calmo sabiendo, muy en el fondo, que probablemente no terminaría en la casa a la que pertenecieron sus padres. Se sentó y dejo que el maestro que estaba allí colocara el sombrero sobre su cabeza, se casi un minuto para pensar antes de gritar que el rubio pertenecía ni más ni menos a la casa de las serpientes.

El rubio quiso sorprenderse, pero no lo hizo, pues ya suponía que acabaría allí. Su actitud era como la de una serpiente, siempre digno, calculador y con la lengua más filosa que la de muchos chicos. Se dirigió a su mesa con la frente en alto y tan digno como solo una serpiente podría.

Finalmente el último de ellos en pasar fue Tadashi, su pasó era lento y por demás torpe y nervioso. Al llegar a la tarima, se sentó de forma torpe, suspiro pesado cuando el sombrero cayó sobre su cabeza, espero casi un minuto hasta que el sombrero grito Huffelpuf. Yamaguchi sintió que su respiración se detenía por un segundo, aun así se fue a sentar a su mesa. Fue recibido de forma cálida y por esa noche se permitió a si mismo relajarse hasta tener que contarle a sus padres que había quedado con los tejones.