1 de Enero.

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He tenido un sueño maravilloso, ojalá pudiera regresar otra vez al mismo sitio. Iba acompañada de mi hermana y dos amigas que ya olvidé. En medio de un paraje natural, lo que mejor recuerdo es un puente y un riachuelo que se extendía unos cuantos metros y torcía hacia la derecha. Quería cruzarlo, necesitaba saber que había al otro lado del mini puente sobre el riachuelo. Creo que lo cruzamos, no estoy segura porque no es lo que me esperaba, me hallé rodeada de mucha gente. Me vino a la mente la palabra turista, todo parecía dispuesto como un recibidor muy amplio, el suelo de madera y mesas de camping con sus bancos y gente comiendo y hablando. Era algo así como un punto de reunión. Parecía muy animado pero no sé por qué me sentí francamente decepcionada, no podía quitarme esa sensación. Observé a mi alrededor y algo no encajaba, habían cristales de grandes dimensiones que definían la estructura del lugar y al otro lado se podía ver la naturaleza. Creo que estábamos encerrados.
Acabamos por sentarnos en una de las mesas y nuestro grupo se había ampliado. Comíamos tranquilamente hasta que se plantó enfrente nuestra un chico joven, de nuestra edad más menos, su pelo de melena corta, lisa y muy oscura. Sus ojos, azules y especialmente fríos, nos examinaban. Por alguna razón acabé discutiendo yo con él, me había cabreado mucho su aptitud chulesca y antipática, ni siquiera sé como terminó el enfrentamiento.
Dormí muy profundamente, parecía tan real, quiero volver, quiero salir de aventura.

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