CAPITULO 1
Ya había leído aproximadamente unas 8 historias de dos típicos mejores amigos que se habían enamorado y todas terminaban exactamente de la misma manera: los dos vivian felices para siempre con un millón de hijos. Ya estaba cansada de la misma trama de siempre! Era todo tan predecible!. Primero, se conocen y se vuelven amigos; segundo (y aquí es donde pueden haber solo 2 posibles alternativas) o uno de ellos se enamora perdidamente del otro y nunca le dice nada, o los dos se enamoran el uno del otro pero por su timidez y su miedo de perder su amistad prefieren callar y no decir nada haciendo que el amor los consuma lentamente para que al final por A o B motivo el chico termine declarándose y al fin se queden juntos. Realmente detestaba esto.
Cerré el libro, no aguantaba más amores tontos. Es decir, siempre he querido sentir esa “electricidad” que sienten los protagonistas de mis historias cuando hay un pequeño roce entre ellos, o esa sensación de que no puedes estar tranquilo hasta no ver a esa persona anhelada; pero nunca las estúpidas mariposas en el estómago, eso realmente odiaba, ya me habían cansado con la típica expresión. Cada vez que leía esas historias, mi corazón tartamudeaba y sentía todo lo que ellos sentían. En fin, eso solo sucedía en los libros, en las películas o en este caso: historias.
Hoy era mi primer día en la universidad, tengo 18 años y nunca he tenido novio ni mucho menos he dado mi primer beso. Pero tampoco soy tan tonta como parece. He leído lo suficiente como para tener una idea de todo lo que hacen los hombres, sus reacciones frente a un “estimulo” y no solo eso sino que también he “emocionado” a un viejo amigo de mi colegio… fue realmente divertido.
Maldición, las típicas ubicaciones de curso son de lo peor. Te pierdes por completo y tienes que preguntarle a un completo extraño a donde rayos debes ir. Pero no gracias, prefiero vagabundear y encontrar el curso, soy demasiado tímida como para simplemente saltarle a alguien y preguntar por algo.
5A ese era mi curso. Trate de entrar pero una fila me lo impedía. Poco a poco fue avanzando y pude darme cuenta de la situación. El profesor estaba ubicándonos. Ja! Como si nos conociera… también me percate que no habían asientos particulares, era de a pares. Me sentía como si nunca hubiese salido del colegio.
Al fin el profesor me ubico. Para suerte mía me puso al final, pero como era de esperarse no estaba sola. A mi lado se encontraba un chico de cabellos rebeldes y muy negro. Era casi tan blanco como yo y de cejas prominentes. No podía ver el color de sus ojos porque estaba muy ocupado organizando sus cosas o quizás simplemente quiso ignorarme. Ya que a partir de hoy tendría que sentarme con él, decidí que sería mejor cruzar unas palabras amables para así dejarle en claro que no sería su enemiga y también para yo tener un poco de ventaja cuando no entendiese algo, para que me explicara.
-Hola, soy Pei.
Él se giró y me vio. Eran negros. Ojos negros como el carbón.
-Francisco
No dijo absolutamente nada más, solo medio me saludo con la mano y se volteo de nuevo a ver el pizarrón.
Oh Cristo Bendito, esto sería realmente difícil. Aunque tenía un nombre precioso.
Decidí no prestarle atención. La chica que se sentó al frente nuestro era bastante sonriente, con una trenza. No parecía ser mala gente, pero por más extraño que parezca tuve un tipo de recelo contra ella, parecía ser que no iba a caerme muy bien. Empezó a hacer conversa con nosotros. Se llamaba Gretta. Obviamente el chico de ojos negros llamado Francisco solo asentía a lo que ella decía. Yo trataba de sonreírle, pero supongo que fingí muy mal porque no volvió a molestar.
Dos días habían pasado, y no había hablado con nadie en ese condenado curso. Y como si no hubiese sido suficiente ya no entendía una clase. Aunque había hecho dos nuevas amigas: Carolina y Alexandra. Eran muy amables, y ellas dos eran como uña y mugre. Habían estudiado juntas en el colegio y no quisieron separarse, por ese motivo querían ir a la misma universidad. Me aceptaron y me pude dar cuenta que eran igual de locas que yo.
Estábamos en la clase de cálculo y pude darme cuenta que Francisco se había quedado dormido. Se lo veía tan tranquilo y no con su misma expresión seria. Bueno, por lo menos podía ser buena gente e informarle de todo lo que se había perdido y así el podría explicarme lo que yo no había entendido.
Lo sacudi suavemente
-Oye, Francisco, hmm, ya se termino la clase y la perdistes por completo.
Mira un poco desorientado –oh. Ya veo.- entonces se incorpora rápidamente.
-Puedo ayudarte con la clase que acabas de perder- añado sonriendo un poco.
El me mira un poco impresionado –En serio me ayudaras?- alzó la ceja como si aun no se lo creyera.
-Claro, aunque también me gustaría pedir un pequeño favor- dije sonrojándome un poco –yo… no entendí la clase anterior y desearía que me la explicaras.
Fue realmente extraño, pues me sonrió. Era la primera vez que lo había visto sonreir y me gustó su sonrisa.
-Esta bien… nos ayudaremos entonces.- y con su sonrisa sellamos nuestra tregua.
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JELI
Teen FictionUna historia mas de mejores amigos? No lo creo. Esta historia puede ser de todo menos normal... Solo puedo decir que es una historia basada en la vida real.Espero lo disfruten. :)