C A P Í T U L O 26

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Harry había sido el primero en levantarse.

Habían pasado tres largos días sin Darcy, a pesar de sentirse un poco liviano, necesitaba a aquella pequeña a su lado. Había cometido el gigante error de dejarla con una desconocida tantos días, pero era su madre, él sabía que no le haría daño. Sólo faltaba un día y todo volvería a la normalidad.

Intentaba hacer el desayuno como un novio responsable sin darse cuenta de que el desayuno ya estaba preparado... En el marco de la cocina.

Louis miraba con atención al más alto quién se concentraba en la mezcla de los panqueques.

El menor posaba con la enorme sudadera de Harry y una linda y transparente tanga negra aguardando abajo.

Cómo veía que el oji-verde no pensaba voltear tomó la iniciativa y aclaró su garganta, justo al momento en que el mayor encendió la batidora para mezclar las cosas del recipiente.

Louis rodó los ojos, y se acercó más para volver a aclarar su garganta, pero el rizado ni se inmutó. Suspiró y por fin hablo.

—¿Harry?

Después de unos segundos apagó la batidora y se dio media vuelta, sobresaltandose por la presencia de su chico.

—¡Amor! No te había visto, iba a llevarte el desayuno pero... ¿Tardé demasiado?

—No Hazz.

Posó su mano en su cintura alzando un poco la sudadera para que la tanga se hiciera visible.

—Se te ve linda esa sudadera, te la obsequio si quieres—. Comento "sin ver" la lencería.

El moreno rodó los ojos.

—¿Estás bromeando no?

—No, enserio quedatela.

El menor frunció el seño notablemente frustrado y caminó a la mesa de desayuno.

—¿Qué hiciste de desayuno?—. Preguntó sin darle importancia.

—No me sale la masa, no sé cómo puedes cocinar tan bien.

—Es fácil, por lo visto la masa qué hiciste es muy espesa, déjame ver qué puedo hacer.

Se levantó interesado y comenzó a agregar leche a la mezcla, sintió unas manos tocar sus piernas, subir hasta el borde de su sudadera y por último alzandola.

—¿Creíste que era un idiota y no había visto tu tanga?—. Preguntó indignado.

El menor río.

—No me dijiste nada...

Sintió las enormes manos de su novio acariciando sus gordas nalgas que se tragaban la tela.

—Me vuelves loco Tomlinson—. Susurró con excitación.

Le dio un leve golpe en una de las nalgas para después estrujarla.

Louis soltó inaudibles gemidos, apoyándose del mueble.

—Hazz...—. susurró con voz aguda.

El más alto bajó de golpe la prenda de Louis y se acercó a su cuello depositando besos y succionando un poco de su piel morena dejando marcas.

Siguió jugando con las grandes y duras nalgas del menor a su gusto mientras Louis soltaba chillidos mezclados con jadeos.

—Mierda—. Gimió.

Se inclinó un poco hasta quedar enfrente de su trasero, separó los dos cachetes y se acercó, besando toda la zona acercándose peligrosamente a la entrada.

| The Babysitter | Larry Stylinson |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora