Le dolía el pecho, el cuerpo entero, con tan solo mover el brazo le daban ganas de gritar de dolor, pero más por la pérdida de su hermano. Era un inútil. Un débil ¿Que se convertiría en el Rey de los Piratas? ¡¿Cómo podía hacerlo si ni siquiera pudo proteger a su hermano?! Si tan solo hubiera reaccionado a tiempo, Ace estaría con él, sonriendo. Sin embargo, la realidad era otra. Su hermano mayor estaba muerto.
Había despertado en la isla de las mujeres, salió corriendo hasta el bosque siendo perseguido por Jinbe, de pronto, sus lágrimas dejaron de caer, si estaba en Amazon Lily, entonces, todo había sido un sueño. Ace no estaba muerto, Shirohige tampoco. Gritó fuertemente. Las imágenes de su hermano en los brazos de él comenzaron a reproducirse; era real. Todo había sido una completa realidad.
— ¡Ace! ¡¿Dónde estás?! ¡Ace!
Con sus puños, golpeaba con furia los árboles, quebrándolos a su paso. Ya había liberado a Ace, estaban corriendo juntos hacia el barco para estar a salvo, pero apareció Akainu, el almirante que comenzó hablar mal de Shirohige, esas palabras pronuncidas por él no iban a pasar desapercibidas por Ace. Luffy observaba todo preocupado. Su hermano mayor se acercó a Akainu, defendiendo a su padre, pensó que con su poder podía derrotarlo. Sin embargo, magma comenzó a salir del hombre.
— ¡El magma puede, incluso, quemar al fuego!
Era una desventaja muy alta. Recibió un golpe del almirante, cayó al suelo sintiendo un terrible dolor por todo su cuerpo, Akainu se colocó frente a él, dijo unas palabras y pensó que su muerte se aproximaba, pero esa no era su intención, su objetivo era su hermano. De su puño salía magma, justo para quitarle la vida al pelinegro. Ace, con toda la fuerza que tenía, se posicionó frente a Luffy, recibiendo el impacto.
El sombreor de paja observó atónito como el puño de Akainu atravezaba el pecho de Ace.
No movió ninguna parte de su cuerpo, todo lo que estaba viendo era una mentira, una mentira muy creíble. Ace cayó en los brazos de Luffy, le susurra con las pocas fuerzas que le quedaban, y, después, lloró.
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Era feliz porque Shirohige y su hermanito fueron a rescatarlo, no podía estar más decidido que la respuesta de seguir viviendo era la correcta, pero desafortunadamente, su destino concluyó así.
Luffy, al ver su hermano que comenzaba a debilitarse en sus brazos, comenzó a gritar por un doctor. Un hombre con agitación se arrodilló frente a Ace, sacó todo lo necesario y al tocar la espalda de este, tuvo una respuesta. Negó varias veces con la cabeza hacia Luffy.
—Todos mis órganos estan quemados, Luffy. No hay salvación para mí. Antes de irme, quiero darte las gracias, también a Shirohige y a toda mi tripulación, gracias por aceptarme como soy sin juzgarme, realmente, muchas gracias.
Y Ace murió en los brazos de Luffy.
El sombrero de paja primero, lloró; segundo, gritó y tercero, se desmayó. No podía con el dolor. Chocó con una roca, la furia no se detenía y lo obligó a levantarla para después lanzarla hacia otra, provocando la destrucción de las dos.
— ¡Me prometiste que no ibas a morir, Ace! ¡Lo prometiste!
— Culpando a Ace no vas a lograr nada, Luffy. — Jinbe trataba hacerle entrar en razón.
— ¡Lárgate! ¡Déjame solo!
. . .
Era la primera vez que oía hablar sobre una isla de mujeres y estar en ella. El viejo le había dicho que la única manera de llegar a tiempo en Amazon Lily era entrar por la bahía, porque, siendo incluso siendo mujer, iba a ser interrogada por todas las habitantes, siendo así, perdiendo el poco tiempo que tenía. Sin embargo, esa no era toda la razón de Silvers Rayleigh, sabía que si Nami se juntaba con Luffy en presencia de Hancock, provocaría sus celos, quería evitar eso, después de todo, Luffy no estaba para esas tonterías, no cuando estaba sufriendo.
Nami vio a un chico moreno, en sus manos llevaba el sombrero de Luffy, supuso que lo estaba cuidando. Tenía curiosidad en él, recuerda haberlo visto. Se olvidó del tipo cuando un fuerte grito hizo que se asustara.
Luffy.
—¿Estás segura que puedes...
— Soy su nakama. Luffy en estos momentos necesita un apoyo, además, alguien tiene que hacerle entrar en razón de que no perdió a todos los que quiere.
. . .
— ¡Ace! ¡Ace! ¡Me lo prometiste, maldita sea!
— ¡Luffy, deja de culpar a tu hermano! ¡Debes aceptar que Ace está...
— No lo digas... ¡No lo digas!
— ¡Luffy!
Ese grito. Ese grito pertenecía al de una mujer. Mordió su labio inferior al oír la voz de Nami. Estaba a unos pasos de Jinbe, su cabello tapaba su rostro y se podía ver lo furiosa que se encontraba. Luffy recordó a su tripulación.
— ¡Nami! — su grito la hizo saltar en su sitio, pero siguió avanzando. — ¡¿Qué demonios haces aquí?!
